Taliboinas excitados
Por Ramón Pérez-Maura (ABC)
Van como locos. Están enardecidos. Tras años perdiendo posiciones creen que uno de los mayores terremotos jamás registrados por los sistemas de medición vigentes les ha dado la razón: La energía nuclear es peligrosa y hay que acabar con ella. Lo que yo me pregunto es por qué no se acuerdan de lo peligrosa que es la aviación civil y piden su abolición cada vez que se produce un grave accidente aéreo –que son infinitamente más frecuentes que los accidentes nucleares.
Por increíble que pueda parecer, la magnitud de la tragedia del pasado 11 de marzo –la fecha también tiene delito- se puede medir en términos de energía generada por el terremoto. Y ésta fue de miles de veces la producido por la bomba atómica de Hiroshima. Pero desde primeras horas del sábado la atención se ha centrado en los incidentes que rodean a varias centrales nucleares que se han visto sometidas a las más extremas pruebas de resistencia de sus estructuras. Y la gran noticia es que los muros de contención parecen haber superado la prueba –para la que fueron concebidos, por cierto.
Es cierto que han fallado los generadores diesel que debían producir la energía eléctrica necesaria para enfriar los reactores una vez que eran detenidos, pero también es verdad que este sistema ya no se emplea en plantas nucleares más modernas.
La magnitud de la tragedia en Japón no tiene precedentes. Ante la amenaza nuclear las autoridades japonesas han tomado precauciones como evacuar a los vecinos del entorno de las centrales y distribuir pastillas de yodo. Lo que probablemente crea ansiedad entre la población, pero es mejor ser previsores.
Los taliboinas verdes, entusiasmados con cualquier retroceso al que podamos ser sometidos todos, creen llegado el momento de denunciar la energía nuclear y exigir el cierre de toda central habida y por haber. Desde el sábado por la mañana estamos escuchando la cantilena de que la central japonesa con la mayoría de los problemas es idéntica a la Santa María de Garoña que quiere cerrar el Gobierno de Zapatero. Pues por más idénticas que puedan ser, hay una inmensa diferencia entre ambas: una está construida en una de las zonas de mayor actividad sísmica del planeta y la otra en Burgos, donde las mayores vibraciones las producen los truenos.