jueves, 21 de marzo de 2013

B1: ¿Qué pasaría si...?

Mira el vídeo y escribe un texto usando los datos que en él se dan.


           
   
           
   
           
   
           
   
           
   
           
           
           
   
       

C1: Un cortometraje para un cinefórum

La boda de Marina Seresesky alcanzó la final en la última edición de los premios Goya en la categoría Cortometraje de ficción.
Mira el corto y luego coméntalo con tus compañeros. Presta atención a las variedades de español que se hablan.

martes, 19 de marzo de 2013

B1: Para escuchar. La felicidad.

Transcribe.
http://dw.de/p/17jxa

C1: Contraargumentando en un debate.



No te (1) razón, pero / sin embargo / ahora bien / por el contrario, es mejor hacerlo paso a paso.
No hay (2) de que él es el culpable, a no ser que alguien nos haya mentido para ocultar algo.
Yo no digo que no (3) un gran científico, pero / sin embargo / ahora bien hasta ahora no lo ha demostrado.
En (4) me has convencido, sin duda ofrece un servicio muy bueno, sin embargo cuenta con muy pocas sucursales.
No te (5) que sea guapo, sin embargo me gustaría verlo sin maquillaje y con ropa normal.
Yo no te discuto que una parte (6) culpa mía, ahora bien, analiza también un poco cuál fue tu comportamiento.
[-Lo ha hecho porque quería que me despidieran.]
-Yo no diría (7), lo que yo creo es que tiene muchos celos de ti y actuó con rabia pero sin pensar en las consecuencias.
[-Está claro que el Gobierno tiene que subir los impuestos.]
-Hombre, tener, tener. Es una opción dentro de muchas. También podrían racionalizar el gasto público.

C1: Para escuchar. Experimentos.

1. ¿De qué se habla?
2. ¿Quién participa?
3. ¿Qué fases tiene el proyecto?
4. ¿Cuáles son sus objetivos?
5. ¿Por qué razones es tan importante?


lunes, 18 de marzo de 2013

C1, B2: Un debate.

Lee el texto y adopta una postura. ¿Estás a favor o en contra de este impuesto?

Impuesto antiobesidad: ¿son los refrescos el tabaco del siglo XXI?
Por Mikel López Iturriaga. El País.


Primero fue el alcohol. Después, el tabaco. Y ahora le toca el turno a los refrescos azucarados. Sí, a la Coca-Cola, la Pepsi, la Fanta e incluso la Cola Konga, si es que existe.

La gran batalla está a punto de comenzar. De un lado, hombres del mundo de la nutrición, elfos de las asociaciones médicas y hobbits de la vida sana, que exigen para estas bebidas el mismo tratamiento que reciben el licor y los cigarrillos. Es decir, un impuesto especial que ayude a frenar los graves problemas de salud que generan en la población, en su caso, el de la obesidad. De otro, orcos, trolls y nazgûls de las multinacionales del refresco, dispuestos a mover todos los hilos a su alcance para que no se implante ninguna tasa, como demuestran las recientes presiones que recibió el presidente de Cataluña por parte de EEUU. Un país, por cierto, donde –concretamente en la ciudad de Nueva York– la prohibición de vender refrescos de tamaño XL que se iba a implantar próximamente ha sido bloqueada por un juez del tribunal supremo por considerarla "arbitraria y caprichosa".

Es un planteamiento bonito. Pero quizá demasiado simplista. ¿No serán los orcos los que pretenden castigar injustamente a unas bebidas que sí, engordan y tienen azúcar, pero como tantos otros alimentos? ¿Esconderá esa pretendida lucha contra la obesidad un simple afán recaudatorio, ahora que todas administraciones de la Tierra Media están tiesas? A ver si al final los elfos van a ser los que defienden que la responsabilidad de lo que comes y bebes es tuya, e insisten en que Sauron, digo el Estado, no debería inmiscuirse en tu libertad personal para elegir...

El debate es uno de los más apasionantes del momento. Por un lado, los refrescos son el ejemplo máximo de "no alimento". Es decir, bebidas que no aportan nada a nuestro organismo más allá del agua, y que lo inflan de azúcar y otros productos químicos que no necesitamos en absoluto. Sí, están ricos. Y sí, enganchan. El problema es que engordan sin dar nada a cambio, y que su relación con la obesidad está respaldada por tantos estudios que algunos países del mundo ya los consideran "el tabaco del siglo XXI" y los gravan con impuestos especiales.

¿Por qué? Pues porque el coste social de su consumo es alto, y porque el tratamiento de las enfermedades derivadas del sobrepeso en la sanidad pública lo pagamos todos. Un informe de la ONG británica Sustain, apoyado por más de 60 asociaciones médicas y sociales, afirmaba que los males relacionados con la dieta costaban al sistema público de salud del Reino Unido unos 7.000 millones de euros al año. La organización proponía una tasa de unos 20 céntimos por litro de refresco azucarado, cuya recaudación se podría destinar a la educación de los niños en una alimentación sana. Otros, como el periodista del New York Times Mark Bittman, sugieren que estos impuestos se dediquen a subvencionar las frutas y las verduras.

En el otro lado de la barricada están los argumentos de los productores. Según la Asociación de Bebidas Refrescantes, el impuesto sería discriminatorio porque culpa a un solo ingrediente (el azúcar) de la obesidad y no a las grasas o al sedentarismo, entre otras múltiples causas. Y además sólo tasaría ese ingrediente natural en los refrescos, y no en el resto de los innumerables productos que lo incluyen.

Para comprender mejor la postura de los fabricantes, me puse en contacto con su empresa líder, Coca-Cola. La multinacional, imagino que preocupada por la creciente presión mediática sobre sus productos, lanzó en enero una polémica campaña en Estados Unidos en la que por primera vez encaraba el asunto de la obesidad en un anuncio televisivo. El mensaje: todas las comidas contienen calorías, nosotros te ofrecemos muchas opciónes sin ellas, y lo que tienes que hacer si no quieres engordar es mover el culo. Una versión adaptada para el público español se presentará en Madrid este jueves.

"El consumo de refrescos se toma como chivo expiatorio", me dijo Carlos Chaguaceda, director de comunicación de Coca-Cola. "Se ignora que los refrescos no tienen ni grasa ni sal, y que el estilo de vida sedentario, el ocio pasivo y el cambio de costumbres laborales y sociales ha conducido a un menor gasto energético por los ciudadanos. Se ignora también que desde hace ya 10 años crece de manera sostenida el consumo de refrescos sin calorías. A día de hoy el 25% de las ventas de una compañía como Coca-Cola es de productos sin calorías, cuando hace 10 años era el 12%. Luego, si se doblan las ventas de refrescos sin calorías y aumenta la obesidad, no parece que puede establecerse una relación directa".

El pequeño problema es que los refrescos sin calorías también han sido ligados al aumento de la obesidad. Pero centrándome en la campaña, le planteé a Chaguaceda si un compromiso real por parte de Coca-Cola en la lucha contra la obesidad no debería implicar el fin de la publicidad de sus bebidas con azúcar o la rebaja de los precios en las opciones sin calorías. Quizá sería más efectivo que animar al público a hacer ejercicio, a bailar o a "reír alto", como se ve en el anuncio americano. "Quien fija los precios finales son los establecimientos que venden el producto, no nosotros. La pregunta habría que trasladarla a los clientes. Lo que hace la compañía es ofrecer alternativas sin calorías para que los consumidores tengan opciones según sus gustos y estilo de vida".

Para comparar con un punto de vista en principio opuesto, quise saber la opinión de una nutricionista, Laura Kohan. La autora del libro Alimentos saludables para el siglo XXI asegura que el azúcar de estas bebidas no sólo no nos aporta ningún nutriente, si no que disminuye la asimilación de vitaminas como la C, la provitamina A o algunas del grupo B. Según ella, además de deteriorar nuestra salud dental, puede dar paso a enfermedades tan graves como la diabetes y algunos trastornos metabólicos que abran la puerta a la gordura.

"En países con un consumo masivo de este tipo de refrescos como EEUU, se ha demostrado que su relación con la obesidad es directa, especialmente entre niños y adolescentes", explica Kohan -algo que implícitamente Coca-Cola en España parece asumir, ya que no se anuncia en horario infantil ni hace marketing para críos de menos de 14 años. "Una dieta en la que se sustituya la presencia de agua por estas bebidas no sólo aumenta las calorías diarias si no que interfiere en los procesos digestivos. Por otro lado, aunque en nuestro país en la última década el consumo de refrescos se ha disparado, aún no estamos en unas cifras alarmantes".

A pesar de su contundencia respecto a la nula salubridad de las bebidas azucaradas, la nutricionista no da saltos de alegría con la idea del impuesto especial. Se pregunta si éste no tendrá más que ver con el voraz apetito recaudador desatado en los últimos años que con una preocupación genuina por la salud de la población. "La única manera efectiva de disuadir de su consumo es a través de campañas informativas que cuenten los estragos que pueden causar en nuestro organismo a medio y largo plazo. Más efectivo que una subida de impuestos sería legislar para establecer unas nuevas formas de etiquetado donde se advierta de los contenidos. Y sobre todo, empezar educando en los colegios a los niños desde muy temprana edad sobre los efectos y perjuicios de ciertos alimentos y bebidas".

Yo también pienso que la educación y la información son las vías ideales para que las personas tomen decisiones alimentarias responsables: debes saber qué pasa si te tomas una Coca-Cola o una Pepsi, y sobre todo qué pasa si te tomas 15 a la semana. Y entiendo las quejas por discriminación de la industria del refresco, porque si se imponen gravámenes, deberían afectar a todos los productos cuyo valor nutricional esté muy por debajo de su poder engordante -mi primer candidato, las bombas de azúcar en tetrabrik conocidas como "zumitos" que muchos padres dan a sus hijos pensando que son "fruta".

Pero la cuestión es que el aumento de la obesidad es demasiado grave, y las campañas de información, poco efectivas. En 30 años, el porcentaje de gordos en el mundo se ha duplicado. España ya supera a EEUU en tasas de obesidad infantil: casi uno de cada cinco niños. Tres veces más que en 1980. Así que quizá haya llegado el momento de tomar medidas más drásticas, que hablen un lenguaje que todos entendemos: el del dinero.
http://blogs.elpais.com/el-comidista/2013/03/refrescos-tabaco-impuesto.html

miércoles, 13 de marzo de 2013

B1: Una noticia. ¿Primavera?

Escucha esta noticia.
Toma nota.
¿Qué ha sucedido?
¿Dónde?
¿Cuál es la situación país por país?
 

B1: Futuro.

Completa el siguiente texto sustitiyendo los números por un término adecuado.
 
¿Y en el 2042?
 
Magazine La Vanguardia. Por Lluís Amiguet.
 
Quien quiera adivinar el futuro, ese lugar donde (1) el resto de su vida, debe admitir que el único acierto seguro es que se va a equivocar. Y los mejores talentos no son menos conscientes de ello, pero aceptan el reto propuesto por este Magazine, que ahora cumple 30 años, de predecir qué (2) en los próximos 30, porque –acierten o no– se trata de un ejercicio estimulante para entender mejor lo que ha sucedido y lo que sucede.

Por eso, se ha convocado a destacados especialistas en salud y neurociencia, dinero y economía, política y tecnología para pensar juntos qué aguarda en el próximo tercio de siglo.
Para empezar, la felicidad (3) siendo, en el fondo, una cuestión de percepción y, por lo tanto, mental. Y el doctor Ignacio Morgado Bernal, catedrático de Psicobiología del Instituto de Neurociencia de la Universitat Autònoma de Barcelona y autor de Cómo percibimos el mundo: una exploración de la mente y los sentidos (Ariel, 2012), empieza por admitir los fracasos de la neurociencia en los 30 últimos años: “El conocimiento sobre el cerebro y sus funciones se ha incrementado considerablemente estas tres décadas, pero no lo suficiente para curar la esquizofrenia, el autismo, la depresión o el alzheimer”.

Las noticias mejoran de cara a los próximos 30 años. “Es probable que se (5) sofisticadas técnicas de investigación, como la optogenética, que (6) posibles intervenciones precisas en las neuronas y sus circuitos, lo cual puede permitirnos un conocimiento muy preciso de procesos hasta ahora desconocidos, como los que controlan el metabolismo energético y la obesidad o los que hacen posible la consciencia”, anuncia Morgado.

Y entonces, sí, la neurociencia podrá, “con la neurogenética y la biología molecular, conocer los mecanismos de degeneración de las neuronas, para tratamientos específicos que impidan o curen algunas enfermedades mentales”, dice.

Enfermos o sanos, habrá que adaptar las neuronas a velocidades inusitadas, alcanzadas gracias al hidrógeno utilizado como combustible habitual de los aviones comerciales. Johan Steelant, ingeniero aeronáutico e investigador de la Agencia Espacial Europea, anticipa que “en el 2020 (7) ir de Madrid o Barcelona a Sydney en menos de cuatro horas”.

Steelant da por descontada la superación del uso de los combustibles fósiles en los vehículos terrestres, pero pronostica que la verdadera revolución en el transporte (8) a estar en el aire: “Los aviones comerciales (9) mach 8 (ocho veces la velocidad del sonido, que es de 343,2 m/s.) Eso significa volar diez veces más rápido que la media de los actuales aviones”. Esos aviones “serán como cohetes en apariencia, con las alas pegadas al fuselaje y enormes turbinas”, señala.

Otro defensor del hidrógeno, el sociólogo y economista Jeremy Rifkin, vaticina que, además, se podrá disfrutar de sus ventajas en una sociedad de redes. En ella se (11) la propiedad privada por redes de usuarios como los actuales car sharing o las multipropiedades inmobiliarias. Ese espíritu (12) el uso familiar en edificios de pequeñas centrales de energías sostenibles solares y eólicas: “Ya las fabrican en Alemania multinacionales como Siemens y Volkswagen y pronto (13) de ser novedad”, apunta.

El profeta de las redes sociales Filipe Carrera, autor de Redes sociales y networking, coincide con Rifkin en que el dinero no (14) el único capital y en que la propiedad y el uso de bienes y servicios va a experimentar cambios paradigmáticos. Cada vez más, los ciudadanos serán tan importantes por lo que tienen como por con quién están conectados: “Nuestro capital social –advierte Carrera–, la calidad de nuestras relaciones y conexiones en la red, nos dará peor o mejor acceso a oportunidades profesionales, personales, bienes y servicios. El tesoro de ese capital social se llama reputación y ya no será local sino global, brindará o hará perder oportunidades a cada uno en todo el planeta”.

Menos optimista, otro ilustre tecnólogo, Lluís Cuatrecases, catedrático en la Universitat Politècnica de Catalunya y autor de Horizonte 2050, confía en un “avance tecnológico acelerado, porque al mejorar la investigación el salto será enorme, sobre todo en electrónica y comunicaciones”, pero desconfía de cómo se reparten en la población los efectos beneficiosos de estos avances, “porque la tecnología permitirá que (15) agua y alimentos en todo el planeta, pero una parte del mundo continuará pasando hambre”.
 
     En el primer mundo, por lo menos por ahora, cuando se piensa en la salud, estos pronósticos buenos se mezclan con los menos buenos y hasta se cuela algún mal presagio. Albert Jovell, en su doble condición de doctor en Medicina Pública por la Universidad de Harvard y, como paciente oncológico, presidente del Foro Español de Pacientes, empieza por el diagnóstico: “La medicina (15) personalizada y así mejorará sus posibilidades diagnósticas y terapéuticas con una caracterización de los aspectos biológicos y moleculares de las enfermedades”.

El problema es cómo pagarla: “Será difícil para las cuentas públicas garantizar la cobertura universal gratuita, lo que puede obligar a asegurarse privadamente la cobertura de las patologías menos graves mientras que la sanidad pública cubre la asistencia de enfermedades graves con procedimientos de alta tecnología, que son los que desbordan la capacidad de pago de las familias”.

Jovell razona que el éxito de la medicina puede anticipar también alguno de sus fracasos, al aumentar el número de enfermos crónicos afectados por múltiples patologías, por lo que “cuidar –resume– (16) que ser tan importante como curar”. El doctor también teme la posibilidad de una epidemia de obesidad y diabetes 2, agravada por dietas insalubres y falta de ejercicio, pero se despide con dos buenos deseos que podrían cumplirse: “Que los ciudadanos (17) a cuidarse y a usar mejor los servicios de salud y... ¡(18) todos de fumar!”.

Pendiente de los fríos números, Juan Rubio-Ramírez, desde su cátedra de Economía en la Universidad de Duke (EE.UU.), advierte que “el mayor desafío para nuestras economías es reformar el Estado de bienestar para evitar la bancarrota, porque el envejecimiento de las poblaciones ejerce mucha presión sobre la sostenibilidad de las cuentas públicas: la gente tiene menos hijos y vive más años, y cada vez es más difícil mantener el equilibrio en el que los que trabajan pagan las pensiones de los jubilados”.

¿Qué hacer? “Reformas y rápido –responde el catedrático–, porque cuanto antes (19) esa transición, más suave será. Y si no, (20) que hacerla deprisa y corriendo y será, como ahora en Europa con los programas de austeridad, más abrupta y dura. Ademas, es injusto para aquellos que están trabajando ahora prometerles estados del bienestar como los vigentes para el momento de su jubilación. Con toda seguridad, los estados del bienestar serán menos generosos. Cuanto antes (21) conscientes del Estado del bienestar que encontraremos, antes podremos adaptar nuestras decisiones de ahorro y participación en el mercado laboral”.

Con más enfásis en los valores que determinan las conductas, Oriol Amat, presidente de Economistas Expertos en Información Financiera del Consejo General de Colegios de Economistas de España, desearía “que ganen peso la ética, la equidad o la defensa del bien común y que empresas y gobiernos (22) con transparencia por el bienestar de todos, sin privilegios ni salarios astronómicos y paraísos fiscales e información privilegiada para unos pocos entre el empobrecimiento general”. “Pero constato –agrega– que los valores no están cambiando, ni hay indicios de que lo hagan, por lo que temo que aumenten las desigualdades y el mundo (23) controlado por unos pocos que están por encima de los gobiernos”.

Gobiernos o, en el caso de España, gobierno europeo, como pronostica Yannis Karagiannis, profesor de Economía Política Internacional en el Institut Barcelona de Estudios Internacionales: “Si juzgamos los avances de la UE en los últimos 30 años y proyectamos en el futuro, es realista prever que en el 2042 (24) un ejército europeo, un sistema de educación en cuatro lenguas y un presidente europeo electo con un poderoso Parlamento Europeo. Y si añadimos lo deseable, tendríamos un trato favorable con los granjeros africanos y el liderazgo mundial en la defensa del medio ambiente”.

El geógrafo y visionario Franco Farinelli pone punto final a este viaje al futuro para el Magazine con una intuición: “El plano era la metáfora de la tierra y en el Renacimiento acabó siendo la realidad política del Estado-nación; pero vamos a ver un mundo on line en el que espacio-tiempo ya no existe y en vez de plano (25) en una esfera, y la expresión más clara es Google Earth”.

Así, este viaje por las próximas tres décadas que partía de la neurona llega por fin al inabarcable universo a través de la inmensa nimiedad de las partículas elementales escrutadas a placer por el acelerador de partículas del CERN de Ginebra tras el reciente éxito de la confirmación del bosón: “Yo espero el descubrimiento de la supersimetría –anuncia el premio Nobel de Física Franz Wil­czek–, que nos (26) las claves de la materia oscura y por fin nociones muy precisas sobre el origen de todo”.
 
 

martes, 12 de marzo de 2013

A: Receta de cocina. Instrucciones.





Conjugando los infinitivos en cursiva en presente de indicativo, imperativo y presente de subjuntivo, obtendrás cuatro modos de escribir la misma receta. ¿Cuál es más formal, cuál menos, cuál usarías tú, por qué?


Acelgas a la vasca

Ingredientes
Para 4 personas
  • 1 manojo de acelgas (entre 750 g y 1 kg)
  • 4 patatas pequeñas
  • 200 g de queso Idiazábal semicurado sin ahumar
  • 3 dientes de ajo
  • 1 o 2 huevos dependiendo del tamaño
  • Harina
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal
Preparación
1. Poner agua con sal abundante a hervir en una cazuela grande. Cortar el queso en tiras de medio centímetro de grosor y con el ancho aproximado de las pencas (no tienen que ser perfectas, porque podremos completar con trozos al usarlas).
2. Pelar las patatas y cortarlas en trozos grandes. Separar las pencas de las acelgas, y si son muy largas, cortarlas por la mitad. Cocer las patatas 10 minutos a fuego suave. Añadir las pencas y cocer 10 minutos más. Sumar las hojas de las acelgas cortadas en tiras y cocer un par de minutos. Escurrir reservando dos o tres cucharadas del líquido de cocción.
3. Preparar los libritos haciendo "bocadillos" con las pencas y el queso, troceando éste si es necesario (no hace falta poner mucho). Preparar un plato hondo con harina, otro con el huevo batido con sal y uno llano con papel de cocina.
4. Rehogar los dientes de ajo cortados en trozos grandes en una sartén con un buen chorro de aceite de oliva a fuego suave, con cuidado de que no se quemen. Retirar del fuego.
5. Mientras, calentar a fuego medio-alto aceite abundante. Ir pasando los libritos de penca por harina y después por huevo, y freírlos en el aceite. Salar y dejar escurrir en el plato con papel.
6. Volver a calentar el aceite con los ajos y añadir las hojas de acelga y las patatas para darles un rehogado corto de un par de minutos, añadiendo las cucharadas del agua de cocción. Corregir de sal.
7. Servir las acelgas con patata con los filetes de penca con queso por encima.

Fuente: http://blogs.elpais.com/el-comidista/2012/11/receta-acelgas-a-la-vasca.html

C1: Noticia.

Para transcribir.
Aquí la crónica del diario Clarín.

miércoles, 6 de marzo de 2013

C1: Las frases de Chávez

B1: Murió Chávez


B1: Transmisión de mensajes. Estilo indirecto

Transmite estos mensajes que les he enviado a estos alumnos esta mañana. Primero pon el verbo introductor en presente. Luego, en pasado.

1. A Francesca: "Habla más alto, por favor, que estoy sordo".
2.  A Roberto: "Si no puedes venir, avísame".
3. A Sandra: "¿Puedes enviarme ese enlace de vídeo que me dijiste?".
4. A  Cinzia: "¿Dónde quedamos esta noche?".
5. A Cecilia: "¿Has solucionado ya lo de tu coche?".
6. A Eliana: "Corrijo tus deberes para mañana".
7. A Elena: "¿Me dejas 50€?"
8. A Maura: "Está prohibido entrar en clase antes que el profesor".

¿Qué nota le escribirías a estos compañeros tuyos?

1. A Paola, que conduce muy rápido.
2. A Lucía, que se queja porque le duele una muela.
3. A Verena, que sale en camiseta en pleno mes de febrero.
4. A Dario, que ahora se quiere dedicar al baloncesto.
5. A Rosanna, que no tiene tiempo para hacer los deberes