Ay, qué malos tiempos. Como decían los hermanos Marx: "Más madera, es la guerra".
Lee este artículo de Charo Nogueira para El País. Escribe un resumen usando expresiones generalizadoras como: "la mayoría", "la gente", "Se" impersonal, "bastantes", "algunos". Usa también el verbo "soler".
Del filete, al pollo; de las cenas fuera, a las reuniones en casa:
ahorrar es el verbo que más se conjuga. Los hábitos de consumo de los
españoles han cambiado con una crisis sin final a la vista y con 5,2
millones de personas sin empleo. En muchos hogares se dibuja un panorama
lindante con la
economía de guerra, según el último barómetro del
Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS),
del pasado diciembre. Más de seis de cada 10 ciudadanos dicen haber
cambiado de costumbres para reducir el gasto en ropa, en la factura de
la luz, el agua o el gas y, por supuesto, en ocio o vacaciones. Ni
siquiera la salud se libra del recorte del presupuesto, dentistas
incluidos: casi uno de cada cuatro ciudadanos (23,9%) ha aplazado algún
tratamiento médico o dental por la crisis, dice el CIS.
Los dentistas lo corroboran. Dado que para los tratamientos médicos
existe el paraguas de la sanidad pública -prácticamente universal-, el
peso de este apretón del bolsillo apunta más a los odontólogos. "La
facturación ha caído entre el 20% y el 25% fácilmente", asegura el
presidente del Consejo General de Dentistas, Alfonso Villa Vigil. "La
gente sigue tratándose las caries y la piorrea, aunque quizá con más
retraso. Sería terrible que dejaran de hacerlo, porque estos
tratamientos inciden en la salud bucodental", dice el presidente de los
dentistas. "Han caído las revisiones y las limpiezas, que son
preventivas. Es indiscutible que la gente pospone tratamientos más
opcionales, menos urgentes y de mayor coste, como los implantes, que se
hacen con menos alegría, las prótesis y las ortodoncias".
La gente se trata las caries con más retraso y pospone los implantes
¿Qué importa una dentadura desigual con la que está cayendo? Ahora
los ciudadanos se acuerdan del dentista "como de santa Bárbara", según
Villa. Van cuando duele: el bolsillo es lo primero. La caída de
clientela de las consultas de odontología, iniciada en 2008, se ha
recrudecido desde 2010. "Hay paro en nuestra profesión y arrecia el
intrusismo", diagnostica el presidente de los odontólogos.
Los dentistas
echan las muelas con la crisis, pero no son
los únicos que sufren su mordisco. A fin de cuentas, en salud es donde
menos han cambiado de costumbre los españoles para ahorrar. Entre los
aspectos que pregunta el CIS, se llevan la palma cuestiones como las
facturas de la casa (electricidad, gas, agua, detalla la pregunta).
Siete de cada 10 ciudadanos (69,8%) han modificado sus hábitos para
rebajar estos gastos fijos. El "¡apaga la luz cuando salgas del cuarto!"
resuena como un eco frecuente.
Pero es difícil medir si el deseo cuaja con la realidad. Ni la patronal del sector, Unesa, ni
Red Eléctrica de España -REE,
la empresa pública que gestiona el transporte- aportan datos
pormenorizados sobre la evolución del consumo medio de los hogares. La
última solo dispone de los globales de consumo -suma los de la
industria, los servicios y los hogares, un tercio cada uno,
aproximadamente-. Esas cifras son poco halagüeñas: la demanda cayó el
año pasado un 1,2% y aunque el anterior había crecido un 2,9%, ese alza
está lejos de enjugar el brusco descenso de 2009, del 4,9%. El presente
año pinta mal: la demanda ha bajado un 2,5% en enero frente al mismo mes
de 2011. Con todo, los expertos tienen dudas sobre el éxito de los
deseos de ahorro doméstico: "Es una demanda poco flexible. Nadie
desenchufa la nevera para ahorrar", dicen en REE. Otro tanto ocurre con
el gas. Más que la crisis influyen las temperaturas: a más frío, más
consumo, aseguran en Gas Natural Fenosa. Es lo que ocurrió en 2010. A
falta de datos cerrados, los de 2011 apuntan un consumo menor, que en la
compañía imputan al invierno benigno.
Siete de cada diez intentan ahorrar en la factura del gas, la luz y el agua
Ojo avizor con las facturas de casa, pero también con la bolsa
de la compra: el 41,2% de los ciudadanos ha cambiado de pautas para
ahorrar en alimentación, según el CIS. Y lo consiguen, a tenor de los
datos del Ministerio de Agricultura. Entre diciembre de 2010 y noviembre
de 2011, el gasto en alimentación en los hogares cayó un 0,6% frente a
los 12 meses anteriores, mientras que el consumo de alimentos -en kilos-
descendió en un 1,6%. Con el ahorro por bandera, los españoles se
inclinan más que antes hacia los productos congelados y la carne mas
barata, el pollo, gana terreno a la de vaca. Según Agricultura, los
hogares consumieron el año pasado menos carne, pescado y mariscos
frescos y subieron las conservas. También la fruta perdió terreno. Las
marcas de distribución, o blancas, suben como la espuma. "Ya suponen el
35% del consumo, el mayor porcentaje de Europa", afirma el director
general de la Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB),
Horacio González.
"Una de las ventajas de nuestro sector es que hay que seguir
comiendo", se ufana este responsable. Más que bebiendo: la venta de
bebidas ha caído en mayor medida que la de alimentos. El año pasado solo
aumentó el consumo de cerveza y refrescos. El de bebidas espirituosas
en el hogar cayó un 13,6%. Y el "como en casa, en ningún sitio" se
impone: las ventas de los fabricantes de alimentos y bebidas con destino
a la hostelería cayeron un 3,1% en 2010, mientras que las destinadas a
hogares lo hicieron en un 1,1%, según FIAB. El sector respira gracias al
aumento de las exportaciones.
El cambio de hábitos está claro para los vendedores. "Se mira mucho
más que antes el precio. Ahora pondera más que la calidad", explican en
ANGED, la patronal de las grandes superficies comerciales. La compra
reflexiva ha sustituido a la de impulso. Prima lo esencial y cae lo
superfluo, pero también queda resquicio para algún lujo. "Las comidas en
el restaurante se sustituyen por las que se hacen en casa, a veces con
algún producto
gourmet", detallan. Una manera de gastar menos,
pero con un consuelo gastronómico por quedarse sin salir. Las ventas de
jamón ibérico a los particulares se mantienen estables: 21.063 kilos al
año.
La primacía del gasto en lo imprescindible pasa cierta factura a la
ropa y el calzado (en ello ahorra el 64,2%), pero se ceba sobre todo con
bares y restaurantes. "La gente ha dejado de salir a cenar entre
semana", afirma el secretario general de Federación Española de
Hostelería, Emilio Gallego. El turismo palia la crisis en zonas
concretas, pero a nivel general los restaurantes han perdido el 16% de
su facturación entre 2008 y el pasado noviembre. En los hoteles el
descenso ha sido del 1,5%. La patronal culpa en parte de la bajada, aún
más fuerte en los dos últimos meses, a la norma que prohíbe tajantemente
el tabaco en lugares públicos. Se han acabado los clientes de café más
cigarrillo, aunque los veladores callejeros tratan de evitar la fuga. Y
el menú del día pierde adeptos en favor de la tartera.
Si los restauradores y hoteleros se quejan, los empresarios de
discotecas lloran amargamente. "Desde 2008, la gente ha reducido el
presupuesto en ocio. Viene menos gente, abrimos menos días y el público
se piensa mucho más el tomar una segunda copa", describe Juan
Martínez-Tercero, presidente de la Federación de Empresarios de Salas de
Fiesta, Baile y Discotecas. Asegura que "uno de cada cuatro
establecimientos ha cerrado desde 2009". La facturación ha caído el 22%
desde 2008. Según el CIS, el 69,9% de los ciudadanos han modificado sus
hábitos de ocio para ahorrar.
Los españoles miran más el bolsillo a la hora de gastar en diversión
que al hacerlo en vacaciones (66,1%). Y tiran menos de coche. Cuatro de
cada 10 (el 43,1%) de los encuestados han cambiado de hábito para
economizar en transporte. Los datos de la Dirección General de Tráfico
cantan: los movimientos de largo recorrido -incluido el tránsito de
mercancías- han caído por debajo del nivel de hace seis años: 382
millones en 2011 frente a los 395 de 2005. En 2007, en el clímax de la
bonanza, alcanzaron los 415 millones. Ahora son un 8,1% menos que
entonces. La hora punta suele ser menos intensa.
El freno al uso del coche -las ventas han caído al nivel de 1993 y el
combustible está por las nubes- se notan, por ejemplo, en los
aparcamientos públicos. "El número de desplazamientos en vehículos
privados ha disminuido en todas las grandes ciudades. Esto tiene un
efecto positivo sobre el tráfico, pero supone una merma en la ocupación
media de los aparcamientos públicos", asegura por correo electrónico
Jaime López de Aguilar, presidente de la patronal Asesga. Y la
facturación se resiente.
La casa le gana la partida al bar, el pollo al filete y el precio a
la calidad. La crisis da la vuelta a las pautas de los españoles. Aunque
las penas con jamón ibérico sean menos... para quien se lo pueda
permitir.