martes, 5 de noviembre de 2013

B2, C1: Para leer y debatir. Ritmos de vida.


1. Lee las entrevistas de la página 31 del libro.

2. Lee también este texto. Resúmelo por escrito. Debatiremos el asunto en clase.

Cuando la vida nos agota
Belén V. Conquero
La Razón

Son las siete, abres los ojos y, a pesar de haberte acostado a las once de la noche, las ocho horas de sueño no te han ayudado. Estás cansado y el día no ha hecho más que empezar. Tu cuerpo no termina de ponerse en marcha. Llegas al trabajo, enciendes el ordenador y los e-mails te bombardean, tu jefe te reclama, tus compañeros insisten en jugar un partidillo a mediodía, pero tú estás roto. Es más, al final de la jornada laboral te cuesta mantener la concentración. Sólo quieres dormir, aunque sabes que el sueño no es reparador y te aborda la duda: ¿por qué estoy tan cansado? En Estados Unidos ya se le ha dado nombre a este proceso: se denomina TATT (Tired All The Time) y en español sería «cansado a todas horas».
No hay un solo motivo para estar exhausto durante un periodo prolongado, o así lo creen los expertos, aunque la calidad de nuestro descanso nocturno puede darnos algunas pistas. «Los trastornos del sueño suelen ser el principal motivo de somnolencia, porque en España el 30 por ciento de la población tiene déficit, duerme menos de seis horas», afirma Joaquín Durán, vicepresidente de la Sociedad Española del Sueño. Y es que por la noche, nuestro cuerpo no sólo se relaja, también trabaja internamente: «Se produce actividad cerebral, cardiaca, del tubo digestivo e incluso se regula nuestra tensión y el patrón de la respiración cambia. Necesitamos cubrir todos los ciclos de sueño para evitar enfermedades del corazón e, incluso, para elevar nuestra supervivencia». El doctor Durán también achaca el cansancio generalizado a nuestro ritmo de vida. «El sueño es un periodo necesario para vivir y no debemos restárselo a nuestras vidas por un tema económico, por las exigencias de nuestro trabajo». Antes de atender a LA RAZÓN, por la consulta que el especialista tiene en Madrid ha pasado uno paciente nuevo: «Ha sufrido un accidente de tráfico por quedarse dormido al volante. Tiene un turno de trabajo muy irregular: durante 20 días trabaja de 6 am a 15 pm o de 22pm a 6 am. No consigue dormir bien y el sueño, más que relajarle, le termina fatigando más». El trabajo con diferentes turnos nos está pasando factura porque «no estamos acostumbrados y nuestro cuerpo se rige por patrones de luz y oscuridad».
Aunque parezca que la faceta laboral de nuestra vida es el único problema, la realidad es que hemos interiorizado el estrés como parte de nuestra vida. Tenemos permanentemente activado lo que los ingleses denominan «doing mode», el modo «non stop». «Gastamos más recursos porque queremos hacer más cosas de las que podemos. Permanecemos más tiempo activos y descansamos mucho menos», apunta Antonio Cano, psicólogo de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS). No es malo estar activos y empezar con energía, «se convierte en un problema cuando esa actividad dura demasiado tiempo y ni nuestra mente ni nuestro cuerpo consiguen desconectar». Y todo pasa factura. Un reciente estudio ha demostrado que si nuestro cerebro no descansa lo necesario durante la noche, mientras trabajamos algunas partes se pueden desconectar. «El resultado de estas desconexiones son normalmente problemas de concentración o de falta de atención», sostiene Cano.Tardamos más en completar una tarea, nos cuesta centrarnos en lo que estamos haciendo, tenemos menos reflejos, menos creatividad e, incluso pueden aparecer ciertos signos de somnolencia. «Aunque nuestro sueño se guía por la luz y la oscuridad, a lo largo del día se dan dos picos: el de mediodía y el de la noche». Y es que, uno de los falsos mitos que seguimos todos es el de recuperar el sueño. «No es así. Es como si te saltaras una comida, la repercusión fisiológica no desaparece», explica el doctor Durán. Los atracones de sueño de los fines de semana no subsanan las pocas horas que le dedicamos durante los otros cinco días. Y es que, como muchos otros factores, «el sueño también es un medidor de la salud».
Tras doce o catorce horas de trabajo, las funciones ejecutivas se pierden y se producen fallos de atención. Es lo que antes se conocía como el «síndrome del yuppie», aunque ahora las jornadas intensivas ya no son exclusivas de los altos ejecutivos y lo sufre un porcentaje muy elevado de españoles. «Las estadísticas por estrés laboral se han disparado en los últimos cuatro años», insiste el psicólogo, y todo porque no somos capaces de descansar, o mejor, de desconectar. «Nuestro cuerpo empieza a mostrar que algo anda mal a través de somatizaciones que pueden ser dolores de cabeza, pérdida de memoria o falta de atención». Existe un tercer factor, además de la falta de descanso y del exceso de trabajo que contribuye al incremento de las personas a las que les falta energía: la tecnología. Ya no sólo estamos conectados a los problemas laborales en la oficina, sino que no nos alejamos de ellos nunca, ya que los smartphones y las redes sociales no lo permiten. Debemos estar al corriente de todo lo que pasa y contestar inmediatamente a los mensajes y a los «mails» del jefe, porque en un mundo global no hay horarios. «Nos obsesionamos con el "whatsup" y, al final las nuevas tecnologías nos agotan», insiste el psicólogo experto en cansancio. Es importante fijarse horarios, no sólo para dormir sino también para desconectar. ¿Sería usted capaz de dejar el móvil en otra habitación al legar a casa y olvidarse de él? Haga la prueba. Mientras tanto, tanto Durán como Cano coinciden: «Cada vez nos llegan más pacientes con la misma queja. Están cansados durante todo el día».

B2, C1: Un debate sobre actualidad




1. Escucha hasta 1:30.
¿De qué se habla?
¿Qué consecuencias ha tenido el caso en Alemania?
¿Cuál es la postura de Estados Unidos?

2. Escucha ahora desde 7:50.
¿Qué consecuencias ha tenido el caso en Reino Unido?

3. Escucha ahora la entrevista al corresponsal de Radio Nacional. Desde 10:14 hasta 15:00.
¿Cómo se llama?
¿De qué propuesta alemana se habla? ¿Cuál es la fuente?
 ¿Qué se dice de Durao Barroso?
¿Cómo ha afectado el caso Snowden a la negociación del Tratado?
¿Cuál es la postura de Estados Unidos?
¿ Qué riesgo plantea la postura alemana?
¿Cuál es la postura del Parlamento Europeo?

4. Vayamos ahora a la página 23 del libro. Usando las estructuras que aparecen ahí, responde.
¿En qué condiciones estarías de acuerdo con espiar a los ciudadanos de un país?

5. Reacciona a las afirmaciones de tus compañeros usando expresiones de la página 34-35.

6. ¿Qué opinión te merece la viñeta de El Roto?







lunes, 4 de noviembre de 2013

B1, B2, C1: Para leer y debatir. Una columna de opinión.


1. Lee este texto, resume y coméntalo.

 De 1 a 0,7

Juan Gelman 
Página 12

 Los muchachos de “Ocupar Wall Street” tendrán que revisar consignas: ya no es el 1 sino el 0,7 por ciento de los acaudalados quienes controlan el 41 por ciento de la riqueza mundial. Así lo afirma Jason Bellini en el Wall Street Journal precisamente (2013 Wealth Report//line.wsj.com, 15/10/13). El periodista se basa en un informe reciente del poderoso Credit Suisse según el cual ese 0,7 por ciento está formado por personas cuyos “bienes tienen un valor neto de más de un millón de dólares” (www.credit suisse.com, 10/9/13). Son unos 32 millones de los 7000 millones de habitantes del planeta y su riqueza reunida asciende a 99 billones de dólares. 
El informe del Credit Suisse divide al 0,7 por ciento en dos grupos: a) el que tiene de 1 millón a 50 millones; b) los de 50 millones para arriba, que en EE.UU. son 45.000. La vasta mayoría de millonarios en el mundo, 28 millones de personas, posee entre 1 y 5 millones, otros 2,2 millones de 5 a 10 millones de dólares y más de otro millón de 10 a 50 millones de billetes verdes. “Dos millones de nuevo millonarios aparecieron en todo el mundo el año pasado.” El 91,6 por ciento de la humanidad se reparte un 17 por ciento de lo que queda. 
 Se asiste a una crisis económica muy particular. La recuperación estadounidense fue muy, pero muy, benéfica para los multimillonarios por quinto año consecutivo, es decir desde la recesión del 2008. Pero lejos están los tiempos en que los estadounidenses del rubro constituían el 40 por ciento del total mundial y casi todo el resto era de Europa occidental y Japón. Una investigación compartida por Forbes (www.forbes.com/billionaires, 4/3/13) y el Instituto de Estudios Políticos de Washington mostró que la multimillonariez se desplazó de manera notable hacia la región Asia/Pacífico. 
 Ahora EE.UU. (442 multimillonarios) viene escoltado por China (122, cero en 1995) y Rusia (110). En cuarto lugar se encuentra Alemania (58), seguida de India (55), Brasil (46), Turquía (43), Hong Kong (39) y el Reino Unido (38). Resulta que hay más en Turquía que en cualquier otro país europeo, salvo Alemania. Claro que no hay winners sin losers. “El desempleo mundial ha subido tras registrar una disminución durante dos años consecutivos y podría aumentar aún más en 2013”, advierte un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) (www.ilo.org, 22/1/13). El número de sin trabajo aumentó 4,2 millones en 2012 y el organismo de la ONU estima que llegará a 202 millones este año, superando el récord de 199 millones del año 2009 registrado en el momento más brutal de la crisis. En el 2014 habría 3 millones más. Un cuarto del incremento en el 2012 se produjo en las economías desarrolladas y repercutió en otras regiones, en especial en Asia Oriental y Meridional y el Africa Subsahariana.
 Todo periodista sabe que la acumulación de cifras aburre a cualquier lector y quien esto escribe pide las disculpas del caso. Pero lo que asoma detrás de la frialdad de los números redondos es un espectáculo nada primoroso. La presentación cuantitativa de la OIT es alarmante y más aún lo es el desacoplamiento de sus partes. Unos 73,4 millones de jóvenes serán desocupados en el 2013, según estimaciones de la OIT, un incremento de 3,5 millones respecto del período 2007-2013: se da “una proliferación de los empleos temporales y un creciente desaliento entre los jóvenes de las economías avanzadas: y empleos de baja calidad, informales y de subsistencia en los países en desarrollo”. Cuando se consiguen. 
 No es todo, claro. A más edad, más posibilidades de perder el empleo. La alternativa es mantenerlo con salarios a la baja y padecer la inestabilidad de los contratos, la no jubilación, el trabajo en negro, la pregunta de si será posible mantener a la familia en adelante, una sensación de inseguridad que afecta a millones de hogares en todo el mundo, sin duda más que el terrorismo de Al Qaida. Tal vez por eso hay que vigilarlos a todos. Saber qué indignación cultivan y cómo pudiera estallar algún día. 
 El informe mundial sobre salarios 2012/13 de la OIT subraya que “las diferencias entre el aumento salarial y la productividad laboral, y entre las personas con más ingresos y las que menos perciben, son cada vez mayores”. En su informe 2010/11, que analiza datos de 115 países o el equivalente al 94 por ciento de los 1400 millones de asalariados en el mundo, la OIT revela que “el crecimiento promedio de los salarios mensuales cayó del 2,8 por ciento en 2007 (antes el estallido de la crisis) a 1,5 por ciento en 2008 y 1,6 por ciento en 2009. Si se excluye a China, el crecimiento de los salarios bajó a 0,8 por ciento en 2008 y 0,7 en 2009”. La torta es grande para algunos, chiquita para casi todos los demás.