martes, 28 de febrero de 2017

B2: Martes de Carnaval.

1. Padrenuestro de Carlos Edmundo de Ory. Pregón para el Carnaval de Cádiz.

Cádiz nuestro que estás en España
bien pronunciado sea tu nombre
Vénganos tu febrero.
Danos la sal de estos días.
Sazona nuestras fiestas
como nosotros sazonamos
a nuestros corazones.
No nos dejes caer el telón.
Líbranos del falso caranval.
¡Fetén!


2. Agustín García Calvo. Conferencia "Máscara, mímica, parodia" (Clausura del Carnaval de Cádiz).
http://bauldetrompetillas.es/wp-content/uploads/audio/mascaramimica1.mp3


lunes, 20 de febrero de 2017

C1: Expresiones idiomáticas del lenguaje taurino.

Cortarse la coleta
Actuar sin duda, con decisión y firmeza para terminar algo o solucionar un problema
Ver los toros desde la barrera
Obtener un éxito rotundo
Entrar a matar
Cuando ya no representa peligro alguno
Estar para el arrastre
Llevar a cabo algo sin importar las consecuencias
Salir por la puerta grande
Retirarse de la vida profesional
A toro pasado
Ser objeto de constantes críticas o burlas con el objetivo de hacerle a uno caer.
Ponerse el mundo por montera
Encontrarse uno al límite de sus fuerzas
Sufrir un acoso y derribo
Presenciar algo o tratar de ello sin correr el peligro a que se exponen quienes en ello intervienen
Rematar la faena
Rematar, causar el fracaso definitivo de alguien o algo
Dar la puntilla
Soslayar una obligación o un compromiso
Saltarse a la torera algo
Por brillante que haya sido una actuación, no será perfecta si no se acierta a la hora de ejecutar la suerte suprema
Echar un capote
Cambiar de actividad o de asunto
Cambiar de tercio
Acudir oportunamente en ayuda de alguien
Entrar al trapo
Luchar con los riesgos y trabajos o dificultades para superarlos.
Dar largas
Tratar, comerciar con una o más personas que causan molestia y ejercitanla paciencia. 
Parar los pies
Padecer gran decadencia en bienes, fortuna o salud.
Bregar
Detener o interrumpir su acción por considerarla inconvenienteo descomedida.
Estar de capa caída
retrasar una situación, poner excusas tontas para no hacer / decir algo
Lidiar
Responder irreflexivamente a las insinuaciones o provocaciones.

C1: Para leer y debatir. Toros.

Vuelve el Santo Oficio

Por Fernando Savater

Por supuesto, no es el caso presentar argumentos a favor o en contra de mantener las corridas de toros, como suele decirse: quienes tienen que justificar la insólita medida son los que han decidido prohibirlas parlamentariamente. Hay gente a la que le gustan los toros y otros muchos que no han pisado una plaza en su vida o que sienten repugnancia por la fiesta: es la diversidad de los hijos de Dios. Pero que un Parlamento prohíba una costumbre arraigada, una industria, una forma de vida popular... es algo que necesita una argumentación muy concluyente. La que hemos oído hasta la fecha dista mucho de serlo.
¿Son las corridas una forma de maltrato animal? A los animales domésticos se les maltrata cuando no se les trata de manera acorde con el fin para el que fueron criados. No es maltrato obtener huevos de las gallinas, jamones del cerdo, velocidad del caballo o bravura del toro. Todos esos animales y tantos otros no son fruto de la mera evolución sino del designio humano (precisamente estudiar la cría de animales domésticos inspiró a Darwin El origen de las especies). Lo que en la naturaleza es resultado de tanteos azarosos combinados con circunstancias ambientales, en los animales que viven en simbiosis con el hombre es logro de un proyecto más o menos definido. Tratar bien a un toro de lidia consiste precisamente en lidiarlo. No hace falta insistir en que, comparada con la existencia de muchos animales de nuestras granjas o nuestros laboratorios, la vida de los toros es principesca. Y su muerte luchando en la plaza no desmiente ese privilegio, lo mismo que seguimos considerando en conjunto afortunado a un millonario que tras sesenta o setenta años a cuerpo de rey pasa su último mes padeciendo en la UCI.
¿Son inmorales las corridas de toros? Dejemos de lado esa sandez de que el aficionado disfruta con la crueldad y el sufrimiento que ve en la plaza: si lo que quisiera era ver sufrir, le bastaría con pasearse por el matadero municipal. Puede que haya muchos que no encuentren simbolismo ni arte en las corridas, pero no tienen derecho a establecer que nadie sano de espíritu puede verlos allí. La sensibilidad o el gusto estético (esa "estética de la generosidad" de la que hablaba Nietzsche) deben regular nuestra relación compasiva con los animales, pero desde luego no es una cuestión ética ni de derechos humanos (no hay derechos "animales"), pues la moral trata de las relaciones con nuestros semejantes y no con el resto de la naturaleza. Precisamente la ética es el reconocimiento de la excepcionalidad de la libertad racional en el mundo de las necesidades y los instintos. No creo que cambiar esta tradición occidental, que va de Aristóteles a Kant, por un conductismo zoófilo espiritualizado con pinceladas de budismo al baño María suponga progreso en ningún sentido respetable del término ni mucho menos que constituya una obligación cívica.
¿Es papel de un Parlamento establecer pautas de comportamiento moral para sus ciudadanos, por ejemplo diciéndoles cómo deben vestirse para ser "dignos" y "dignas" o a que espectáculos no deber ir para ser compasivos como es debido? ¿Debe un Parlamento laico, no teocrático, establecer la norma ética general obligatoria o más bien debe institucionalizar un marco legal para que convivan diversas morales y cada cual pueda ir al cielo o al infierno por el camino que prefiera? A mí esta prohibición de los toros en Cataluña me recuerda tantas otras recomendaciones o prohibiciones semejantes del Estatut, cuya característica legal más notable es un intervencionismo realmente maníaco en los aspectos triviales o privados de la vida de los ciudadanos.
En cambio no estoy de acuerdo en que se trate de una toma de postura antiespañola. No señor, todo lo contrario. El Parlamento de Cataluña prohíbe los toros pero de paso reinventa el Santo Oficio, con lo cual se mantiene dentro de la tradición de la España más castiza y ortodoxa.
Fernando Savater es escritor. En septiembre aparecerá su libro Tauroética, un ensayo sobre nuestro trato con los animales y la cuestión taurina.

* Este articulo apareció en la edición impresa del Jueves, 29 de julio de 2010
http://elpais.com/diario/2010/07/29/revistaverano/1280354402_850215.html



Más toros

Por Manuel Vicent


Ya están de nuevo aquí los puyazos, las estocadas, los descabellos, los vómitos de sangre, donde abrevarán las moscas bajo el flamear de la bandera de España; ha comenzado la temporada taurina en las Ventas, el rito brutal y a la vez manierista, que convertirá la tortura y la muerte en un espectáculo moral. Lo menos que se puede decir de la fiesta degradante de los toros es que está fuera de época. Éste ya no es el país de gente desdentada y patilluda que alcanzaba la gloria metiéndose entre pecho y espalda vino de bota mientras un torero, a cuchillada limpia, hacía un estofado sobre un animal para solazarle y afirmar al mismo tiempo los valores de la raza. La estética de masas ahora se congrega alrededor de unos héroes que son campeones de motos, de fórmula 1, de rallies, de baloncesto, de tenis, de golf, de futbol, de atletas con medallas olímpicas, que obligan a la bandera nacional a subir una y otra vez al mástil. Puestos a ser patriotas, ése es el mejor homenaje que hoy da prestigio a la bandera de un país moderno, no los desfiles ni las palabras altisonantes, que son baratas, y menos aún que ondee sobre una carnicería. En las gradas de los estadios hay una juventud que ha tomado ya muchas proteínas, que viaja, estudia, hace deporte o revienta en las noches del fin de semana en las discotecas, pero que en todo caso está ya muy lejos de las cazuelas de pajaritos fritos de las tabernas taurinas y del pringue del desolladero. Vista desde las gradas de los estadios, desde las aulas y los laboratorios, desde los campos de deporte donde los jóvenes sueñan con el éxito profesional o con conseguir un récord deportivo, la corrida de toros aparece como una antigualla sangrienta, propia de un pueblo insensible que aún se regodea con la violencia. Este espectáculo baja varios niveles más en la degradación cuando abandona las plazas oficiales y se convierte en capeas populares con toros de fuego, ensogados, alanceados, sometidos a todas las miserias que se le ocurren a unos mozos en honor a su santa patrona. El toro no es una fiera, no como carne, pero ha tenido mala suerte en España. Estos días se ha hecho público el propósito de presentar ante el Parlament de la Generalitat de Catalunya dos proposiciones de ley para prohibir la fiesta de los toros en su territorio. Si esta iniciativa prospera no habrá que verla como un paso más en su lucha por la independencia, sino como una prueba de que Catalunya es un pueblo evolucionado, que tira del resto de España hacia la modernidad.

* Este articulo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de mayo de 2006


Yo no soy un torturador

Por Antonio Lorca

No; yo no soy un torturador, ni un maltratador, ni disfruto con la violencia o la visión de la sangre. No soy un gánster aceitoso de tercera división, ni un pícaro chorizo, ni un señorito latifundista ni un patriota de puro y clavel, como el admirado Manuel Vicent califica a los aficionados a los toros.

Solo soy un ciudadano (de izquierdas o de derechas, ¿a quién le importa?) que está muy orgulloso de pertenecer a una cultura en la que el toro bravo es protagonista de un modo de entender la belleza. Y acepto que otros no lo entiendan así.

Pero lo que me sorprende es que personas relevantes dividan el mundo entre buenos y malos, y establezcan un podio ético para los antitaurinos, desde el que miran con profundo desprecio a quienes acudimos a una plaza de toros.

¿Qué les escandaliza de la fiesta? Sin duda, la supuesta violencia contra el animal, la sangre derramada, la muerte real… Es verdad que una corrida de toros es un espectáculo cruento, siempre caro, generalmente incómodo, y, a veces, maloliente. Pero como la vida misma, solo que nuestra existencia está edulcorada por el buenismo imperante de lo políticamente correcto.

Se ha escrito recientemente en este periódico que ‘las plazas de toros pronto serán mostradas por los guías turísticos como espacios donde antiguamente se celebraba una carnicería que algunos llamaban cultura’.

¿Las plazas de toros? Seguro que su autor no ha cruzado la carretera M-30 por el puente de Ventas, que cada noche es utilizado como dormitorio por un grupo de inmigrantes apiñados, mal vestidos y mugrientos. Sin duda, pronto, ese lugar será mostrado por los guías como un espacio en el que se hacinaban a miserables seres humanos mientras algunos lo llamaban solidaridad porque se les ofrecían unas mantas para justificar la mala conciencia colectiva. Pero los inmigrantes no dejan rastro de sangre en el puente, aunque su situación es un maltrato inhumano.

Las generaciones venideras nos juzgarán, también, por las miles de personas dependientes que mueren sin recibir la ayuda necesaria (33.000 andaluces con gran dependencia están en lista de espera). Claro que la culpa no es nuestra, sino del Gobierno de turno que recorta las prestaciones.

Muchos prestigiosos antitaurinos no ven la tele en horario infantil. Pues hay que sentarse delante de la caja tonta para sentirse trastornado ante la avalancha de violencia, sangre y maldad de películas, series y dibujos animados. Pero todo es inventado y la sangre no es de verdad, sino salsa de tomate. Ya…

Los antitaurinos no se entretienen, al parecer, con los videojuegos. Coincido en la piscina con dos jóvenes que cada mañana se cuentan con morboso entusiasmo a cuántos enemigos han conseguido abatir con sus mortíferas máquinas tecnológicas. ¡Pero eso es una chiquillada…!

¿Les gusta el cordero lechal, el cochinillo, la langosta? ¿A quién no? ¿Y no le da pena que maten a cuchillo al corderito de Norit, tan chiquitín, con esa carita tan dulce? ¿O que abran en canal al cochinillo corretón que parece un juguete? ¿O que hiervan viva a la langosta, que estaba tan confiada en su acuario hasta que llegaste tú y la señalaste con el dedo mortal: póngame esta?

Nuestra civilización es hipócrita, hortera, tercermundista, insolidaria, egoísta y violenta… Ese es el mundo en el que vivimos.

¿Qué pasaría si desaparecieran las corridas de toros? ¿Seríamos mejores personas? ¿Viviríamos en un mundo más humano?

Quedaría exterminado un animal único y se cercenarían los respetables derechos de una inmensa minoría de ciudadanos; pero ya está. Continuarían los inmigrantes en el puente de Ventas, seguirían muriendo dependientes por falta de recursos, la televisión continuaría escupiendo mucha maldad y toneladas de salsa de tomate, y mis compañeros nadadores aumentarían cada mañana su lista de muertos en combate. Ah!, y nadie salvaría del matadero a los entrañables corderitos y cochinillos, a los que hemos condenado a la parrilla en aras de nuestro bienestar.

Soy aficionado a los toros desde que era un mico, y nunca me ha asaltado un ánimo torturador, ni he sentido placer alguno en el dolor ajeno. Es más, no conozco a ningún aficionado a los toros con aviesas intenciones derivadas de su devoción. Me sorprende cada día, sin embargo, cómo supuestos defensores de los animales se esconden en el cobarde anonimato y destilan odio, desean la muerte y las más horripilantes desgracias a quienes se visten de luces.

Está visto que es más fácil ser antitaurino violento que una persona cabal. No obstante, respetables son todos aquellos que no disfrutan con esta fiesta; respetables son todos los que desean otro mundo donde no se esclavicen a los seres humanos ni a los animales.

Las posturas extremas no son más que caretas hipócritas que pretenden esconder nuestras miserias y ofrecer mantas a los inmigrantes sin presente.

En el año 1929, el torero Ignacio Sánchez Mejías pronunció una conferencia en la Universidad de Columbia en Nueva York y dijo: ‘Cuando la humanidad esté en un grado tal de civilización que no quede ninguna crueldad, entonces sería cosa de hablar de suprimir las corridas de toros. Pero mientras los seres humanos hablen tranquilamente del número de hombres que cada nación puede matar en un momento determinado, hablar de la crueldad de las corridas de toros es ridículo’.

Y el papa Francisco, hace solo unos días, apostilló: ‘Hay quien siente compasión por los animales, pero se olvida del vecino’.

Pues, eso, que diría el recordado maestro Vidal.




Un vídeo de José Tomás muy interesante. ¿Qué consejos le da el experto?




C1: Para escuchar. Animales. Perros y gatos.

1. ¿Cuál es el asunto del que se habla?
2. ¿Cuáles son sus causas en el caso de los gatos?
3. ¿Cómo se manifiesta¿ ¿Con qué síntomas?
4. ¿Qué soluciones se mencionan en el texto?
5.  ¿Cuáles son sus causas en el caso de los perros?
3. ¿Cómo se manifiesta? ¿ ¿Con qué síntomas?
4. ¿Qué soluciones se mencionan en el texto?

http://www.rtve.es/alacarta/audios/fauna-cercana/fauna-cercana-estresa-perros-gatos-09-02-17/3907623/

B1: Para leer y debatir. Una narración en pasado. Granny dumping.


El misterio del anciano que apareció en Reino Unido sin memoria y hablando con acento estadounidense
La policía y los servicios sociales de Hereford, una ciudad inglesa cercana a Gales, poco se podían imaginar lo que descubrirían sobre aquel hombre cuando el 7 de noviembre de 2015 lo encontraron extraviado en las calles del municipio. Tenía acento estadounidense, pero no sabía quién era. Tampoco portaba identificación, y las ropas nuevas que vestía -procedentes de una cadena de supermercados inglesa- no les dieron muchas pistas sobre su identidad. ¿Quién era, pues, aquel señor?

Antes que nada lo llevaron al hospital del condado, donde lo sometieron a varias pruebas y concluyeron la razón por la que no sabía quién era: tenía demencia. Así que le asignaron a la sargento Sarah Bennett, de la Policía de West Mercia, la que cubre entre otros el condado de Herefordshire, la tarea de averiguar su identidad. En un principio la agente asumió que sería una mera formalidad. Y es que los pacientes con demencia suelen perderse con frecuencia y los encuentran e identifican en cuestión de horas.

Pero cuando revisó las denuncias por personas desaparecidas en la zona no pudo hallar nadie en la lista que se ajustara a la descripción del hombre misterioso. Así que amplió la búsqueda a todo el país.  El equipo a su cargo repasó horas y horas de grabaciones de cámaras de vigilancia de circuito cerrado (CCTV), publicó un anuncio en la prensa, contactó con la Agencia Nacional del Crimen y a la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol). Se revisaron las bases de datos de personas desaparecidas en Reino Unido y en el extranjero, y también fueron puestas al tanto las autoridades de Estados Unidos y de Canadá.  Pero nada.  Mientras estuvo en el hospital, al hombre le preguntaron su nombre en repetidas ocasiones. Y tan sólo una vez, contestó: "Roger Curry".

La policía era consciente de que podía no ser su nombre sino, por ejemplo, el de alguien que formaba parte de su pasado. Aun así, el personal de la residencia de ancianos al que lo habían trasladado mientras la investigación seguía su curso lo empezó a llamar Roger.  Pasaron los meses, y la policía seguía sin saber quién era aquel hombre realmente. Barajaron varias posibilidades, como que estaba al cargo de alguien y algo le pasó a éste, o que sus familiares o cuidadores murieron y él se quedó en la calle. "Tenemos a una persona y un posible nombre, pero nada más", me dijo la sargento Bennett. "No tenemos ningún documento de identidad, ni ningún indicativo de dónde puede ser" Una tarde de marzo, en 2016, visité a Roger en la residencia de ancianos.  Parecía contento, aunque vivía absorto en su propio mundo. Le pregunté cómo se llamaba y de dónde era.  Pero las preguntas, ni qué decir las respuestas, lo superaban.  Parecía un tipo apacible. Perdido. Lo cuidaban bien. Los empleados adoraban a aquel caballero que disfrutaba con los muffins de chocolate y con un traguito de jerez por la noche. Amanda Bow, la gerente del asilo, me contó que no habían logrado averiguar nada sobre Roger. "Es un lienzo en blanco, completamente en blanco", me dijo. Y me reconoció el día que dieran con su identidad y tuviera que dejar la residencia, lloraría. "Sería devastador, porque es nuestro Roger. Lo hemos adoptado". Al poco tiempo, BBC Midlands, la televisión pública de esa región del centro de Inglaterra, hizo público el caso. Y eso llevó al primer descubrimiento.

El programa tuvo una gran respuesta por parte de los espectadores e inspiró a un pequeño ejército de investigadores que empezó a indagar sobre el tema en las redes sociales. Pero un comentario dejado en la página de Facebook de la BBC fue particularmente intrigante. Una mujer llamada Debbie Cocker había colgado allí una fotografía de un hombre al que identificaba como Earl Roger Curry. Era una imagen del anuario de 1958 de una escuela secundaria de Estados Unidos. El joven de la imagen tenía unos 18 años. Así que, además de parecerse ligeramente a Roger, ambos eran contemporáneos. El anuario era de la Escuela Secundaria de Edmonds, una ciudad situada a 25 kilómetros al norte de Seattle, en el estado de Washington. Así que viajé allí, para encontrarme con una mujer llamada Helen, quien estaba a cargo del apartado de la página web de la escuela dedicado a la promoción de 1958. Había sido compañera de clase de Roger, y también el que ahora era su marido, Jim. Y ambos me explicaron que creían que el joven de la foto y Roger, en hombre sin memoria de la residencia de ancianos, eran la misma persona. Así que, en las próximas semanas, empecé a seguirle la pista a Earl Roger Curry, lo que me llevó por la costa oeste de EE.UU. hasta Los Ángeles, a una zona llamada Whittier. Whittier es el clásico suburbio estadounidense; allí se rodó la película "Back To The Future" o "Regreso al futuro". Y la calle en la que vivió Earl Roger Curry era la viva imagen de la respetabilidad de la clase media. Sin embargo, había algo que la hacía destacar de entre las demás, algo que la volvía una visión antiestética en un área por lo demás próspera. Un incendio la había dañado seriamente y quedó abandonada. Jerry Maiques es el vecino de enfrente, así que le mostré una fotografía de Roger en la residencia de ancianos en Inglaterra. "Es Roger", me dijo sin vacilación."No hay duda".  Y no fue el único vecino que reconoció a Roger en la imagen. Aquel fue el fin de la investigación, pero marcó el inicio de otra misión: descubrir cómo y por qué fue Roger aparentemente abandonado al otro lado del mundo. Es que, nadie se creía que Roger pudiera haber llegado solo a Inglaterra. Y todo el mundo en el vecindario hablaba bien de él. "Le veía ir y venir del trabajo. Usaba una bata blanca, por lo que pensaba que era enfermero", me contó otra vecina, Jennifer Apon. Dice que le gustaba: "Siempre me pareció un maravilloso y amable hombre de familia".

Cuanto más hablábamos, más averiguaba sobre Roger. Estaba casado, tenía dos hijos ya crecidos, pero la enfermedad había minado a la familia. Además de la demencia de Roger, su esposa Mary Jo también estaba enferma. Su hijo Kevin se hizo cargo de ellos al principio, pero hace no mucho empezó a no ser bienvenido en la casa familiar. Zania, otra vecina, describe la relación entre Kevin y sus padres como "volátil". "Lo podías oír (a Kevin) a distintas horas de la noche golpear la puerta y tratar de entrar, gritarles obscenidades", me cuenta. "Así que temíamos por su seguridad (la de Roger y su esposa Mary Jo)".

En 2014 un incendio dañó la casa y las autoridades locales obligaron a cerrarla. Cuando ardió no había nadie en ella y tras el incidente Roger y su mujer se mudaron. O eso pensaron los vecinos. Y es que no los volvieron a ver hasta una sofocante mañana de agosto, en 2015. Poco después de las 6:00am, Jerry vio a Roger caminar sin rumbo tras la valla que rodeaba la casa familiar. Así que trepó el cercado, y se encontró con Mary Jo tumbada sobre un colchón hinchable en el patio de la casa calcinada. Junto a ella había una hielera con comida y agua. El día anterior el termómetro llegó a marcar 32 grados y se había pronosticado otro día de calor. Y como la pareja estaba encerrada tras la valla, sin poder salir, Jerry llamó a la policía. Se supo entonces que Kevin, de quien se sospechaba que había aprisionado a sus padres, les había estado llevando comida. Pero su hijo no fue procesado. Su madre le dijo a la policía que había sido idea de ella. Y los agentes no emprendieron ninguna acción. Todo esto ocurrió antes de que Roger fuera encontrado en Inglaterra. Mientras yo hablaba con Jerry, éste vio a Kevin aparcar el coche al otro lado de la calle. Su madre, Mary Jo, estaba sentada junto a él.  Y reconocimos un gesto de alarma en la cara de ella. Parecía asustada. Kevin nos miró y aceleró. Más adelante supimos que el hijo era un personaje complicado. Hacía 17 años las autoridades habían dictado contra él una orden de restricción, para proteger a Roger de posibles amenazas o maltrato. ¿Fue, entonces, Kevin quien abandonó a su padre en Reino Unido? No sería la primera vez que algo así ocurría en Estados Unidos.

De hecho, existe hasta un nombre para esa práctica: granny dumping. Granny dumping significa deshacerse de los ancianos como si fuera basura, para no tener que hacerse cargo de sus gastos médicos y de otros costos que implica cuidarlos. Hace años que se empezaron a reportar casos de ese tipo a la prensa. Ya en 1992, el Colegio Estadounidense de Médicos de Emergencias calculaba que el año anterior 70.000 personas de la tercera edad habían sido abandonadas por sus familiares, porque estos no podían cuidarlos ni pagar para que alguien los atendiera. Y más recientemente, asociaciones de varios países, entre ellas Reino Unido, Japón o Nueva Zelanda, han encendido la alarma por el fenómeno, al que denominan una forma de abuso contra ancianos. Como último ejemplo, varios médicos de Nueva Zelanda denunciaron en diciembre del año pasado que hay familias que, cada periodo navideño, dejan a sus mayores a las puertas de los servicios de emergencia de los hospitales, "para poder descansar de ellos en vacaciones". Así, la secretaria nacional de la Asociación de Médicos Residentes de Nueva Zelanda, Deborah Powell, denunció ante la prensa que el "granny dumping" es "una realidad creciente". "Cada año que pasa, vemos que es más frecuente". Y también en Japón, se está hablando del "granny dumping", al que llaman "ubasute". Ya se practicaba hace siglos, cuando los ciudadanos pobres de las zonas rurales que no se podían hacer cargo de sus ancianos los llevaban a las montañas y los dejaban allí. Pero ahora, varias asociaciones insisten en que el fenómeno está volviendo, como consecuencia de la crisis económica y demográfica, las mismas causas a las que atribuyen el "karoshi".  Sea como fuere, intenté ponerme en contacto con Kevin. Lo llamé. Le escribí. Y no me contestó. Pero logré encontrar a su hermana, Jeannette, quien según me habían contado llevaba algunos años alejada de la familia. La mujer, de 27 años, se enfadó cuando le hablé de su padre. No sabía que había aparecido en Inglaterra, pero me dijo que pensaba que su hermano Kevin pudo haber estado detrás de eso. Pero su mayor temor era que su padre pudiera regresar a Los Ángeles.  Según me dijo, en Inglaterra estaba bien, seguro. Pero para entonces, en Reino Unido las autoridades ya estaban al tanto de toda esta información. Y a los dos días un hombre fue arrestado en Inglaterra, tras la investigación conjunta de los servicios sociales de EE.UU. y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés). Después, en julio de 2016, sacaron a Roger Curry de la residencia en la que había vivido durante los últimos ocho meses y discretamente lo montaron en un avión con destino a EE.UU.

Volví a Los Ángeles hace algunas semanas. Roger vivía ahora en una residencia para ancianos a pocos kilómetros de su antigua casa. Fue allí directamente, pero por poco no lo reconocí. Apareció ante mí desaliñado, sin asearse, y más delgado de lo que lo recordaba. También lucía lo que parecía un corte en la coronilla. La segunda vez que lo fui a visitar tenía mejor aspecto. Lo habían afeitado y estaba limpio. Pero seguía sin saber cómo había llegado en su día a Reino Unido. Y no tenía dudas de que Kevin debía saber la verdad.  Me lo encontré un día junto a los restos de lo que había sido la casa familiar de los Curry. Al verme, corrió y se escondió en la propiedad.  Aunque luego se mostró de acuerdo en contestar a mis preguntas.  Me invitó a cruzar la valla para poder hablar, pero lo que me contó no tenía mucho sentido. Negó que tuviera algo que ver con el abandono de su padre en Inglaterra.  Más bien me explicó que su padre enfermó mientras la familia visitaba el país durante unas vacaciones y que él le pidió a alguien que lo llevaran al hospital. Pero había algo que no encajaba. ¿Por qué no había buscado a su padre todos estos meses en los que había estado en la residencia?  Kevin salió de la propiedad, cubriéndose la cara con la capucha de la sudadera. Y cuando le pedí una entrevista formal, me acusó de acosarlo, se montó en el coche y condujo, muy lentamente, porque con la capucha no podía ver hacia dónde se dirigía. Fue una despedida de lo más extraña.

El futuro de Roger está ahora en manos de los tribunales estadounidenses, y las autoridades de Los Ángeles se han hecho cargo de su cuidado. Kevin y su madre han apelado esa última decisión, pero las autoridades los acusan de haber llevado a Roger a Reino Unido y haberlo abandonado allí. Ahora se sabe que los tres volaron al país en noviembre de 2015, pero que sólo dos de ellos regresaron a EE.UU. Dejaron allí a un hombre de edad avanzada, con demencia y muy vulnerable, el padre de uno, el esposo de la otra.

El misterio fue resuelto. Pero con ello no terminó la triste historia de Roger Curry.  Ahora enfrenta un futuro incierto. Y yo me quedo pensando si no hubiera sido mejor si jamás se hubiera descubierto su identidad.

lunes, 13 de febrero de 2017

C1: Animales.

1. Para escuchar y debatir: entrevista a Frans de Waal
http://www.rtve.es/alacarta/videos/redes/redes-nuestro-cerebro-altruista/731612/

2. Para leer: Altares, Safina, Waal, Vallejo
http://elpais.com/elpais/2016/06/09/ciencia/1465487572_292056.html
http://elpais.com/elpais/2016/05/31/ciencia/1464687786_596536.html
http://elpais.com/elpais/2017/01/17/opinion/1484672126_807382.html
http://www.soho.co/la-vuelta-al-mundo/articulo/mi-otro-projimo/4824


B2: Para describir: cuerpo, carácter, estado de ánimo.

Describa las siguientes fotografías con el mayor detalle posible.

1.

2.

3. 
4. 

5.


miércoles, 1 de febrero de 2017

B1: Para leer. Ancianos.



El misterio del anciano que apareció en Reino Unido sin memoria y hablando con acento estadounidense
Darragh MacIntyre. BBC Panorama

La policía y los servicios sociales de Hereford, una ciudad inglesa cercana a Gales, poco se podían imaginar lo que descubrirían sobre aquel hombre cuando el 7 de noviembre de 2015 lo encontraron extraviado en las calles del municipio. Tenía acento estadounidense, pero no sabía quién era. Tampoco portaba identificación, y las ropas nuevas que vestía -procedentes de una cadena de supermercados inglesa- no les dieron muchas pistas sobre su identidad. ¿Quién era, pues, aquel señor? Antes que nada lo llevaron al hospital del condado, donde lo sometieron a varias pruebas y concluyeron la razón por la que no sabía quién era: tenía demencia. Así que le asignaron a la sargento Sarah Bennett, de la Policía de West Mercia, la que cubre entre otros el condado de Herefordshire, la tarea de averiguar su identidad. En un principio la agente asumió que sería una mera formalidad. Y es que los pacientes con demencia suelen perderse con frecuencia y los encuentran e identifican en cuestión de horas. Pero cuando revisó las denuncias por personas desaparecidas en la zona no pudo hallar nadie en la lista que se ajustara a la descripción del hombre misterioso. Así que amplió la búsqueda a todo el país. El equipo a su cargo repasó horas y horas de grabaciones de cámaras de vigilancia de circuito cerrado (CCTV), publicó un anuncio en la prensa, contactó con la Agencia Nacional del Crimen y a la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol). Se revisaron las bases de datos de personas desaparecidas en Reino Unido y en el extranjero, y también fueron puestas al tanto las autoridades de Estados Unidos y de Canadá. Pero nada. Mientras estuvo en el hospital, al hombre le preguntaron su nombre en repetidas ocasiones. Y tan sólo una vez, contestó: "Roger Curry". La policía era consciente de que podía no ser su nombre sino, por ejemplo, el de alguien que formaba parte de su pasado. Aun así, el personal de la residencia de ancianos al que lo habían trasladado mientras la investigación seguía su curso lo empezó a llamar Roger. Pasaron los meses, y la policía seguía sin saber quién era aquel hombre realmente. Barajaron varias posibilidades, como que estaba al cargo de alguien y algo le pasó a éste, o que sus familiares o cuidadores murieron y él se quedó en la calle. "Tenemos a una persona y un posible nombre, pero nada más", me dijo la sargento Bennett. "No tenemos ningún documento de identidad, ni ningún indicativo de dónde puede ser".

Una tarde de marzo, en 2016, visité a Roger en la residencia de ancianos. Parecía contento, aunque vivía absorto en su propio mundo. Le pregunté cómo se llamaba y de dónde era. Pero las preguntas, ni qué decir las respuestas, lo superaban. Parecía un tipo apacible. Perdido. Lo cuidaban bien. Los empleados adoraban a aquel caballero que disfrutaba con los muffins de chocolate y con un traguito de jerez por la noche. Amanda Bow, la gerente del asilo, me contó que no habían logrado averiguar nada sobre Roger. "Es un lienzo en blanco, completamente en blanco", me dijo. Y me reconoció el día que dieran con su identidad y tuviera que dejar la residencia, lloraría. "Sería devastador, porque es nuestro Roger. Lo hemos adoptado".

Al poco tiempo, BBC Midlands, la televisión pública de esa región del centro de Inglaterra, hizo público el caso. Y eso llevó al primer descubrimiento. El programa tuvo una gran respuesta por parte de los espectadores e inspiró a un pequeño ejército de investigadores que empezó a indagar sobre el tema en las redes sociales. Pero un comentario dejado en la página de Facebook de la BBC fue particularmente intrigante. Una mujer llamada Debbie Cocker había colgado allí una fotografía de un hombre al que identificaba como Earl Roger Curry. Era una imagen del anuario de 1958 de una escuela secundaria de Estados Unidos. El joven de la imagen tenía unos 18 años. Así que, además de parecerse ligeramente a Roger, ambos eran contemporáneos. El anuario era de la Escuela Secundaria de Edmonds, una ciudad situada a 25 kilómetros al norte de Seattle, en el estado de Washington. Así que viajé allí, para encontrarme con una mujer llamada Helen, quien estaba a cargo del apartado de la página web de la escuela dedicado a la promoción de 1958. Había sido compañera de clase de Roger, y también el que ahora era su marido, Jim. Y ambos me explicaron que creían que el joven de la foto y Roger, en hombre sin memoria de la residencia de ancianos, eran la misma persona. Así que, en las próximas semanas, empecé a seguirle la pista a Earl Roger Curry, lo que me llevó por la costa oeste de EE.UU. hasta Los Ángeles, a una zona llamada Whittier. Whittier es el clásico suburbio estadounidense; allí se rodó la película "Back To The Future" o "Regreso al futuro". Y la calle en la que vivió Earl Roger Curry era la viva imagen de la respetabilidad de la clase media. Sin embargo, había algo que la hacía destacar de entre las demás, algo que la volvía una visión antiestética en un área por lo demás próspera. Un incendio la había dañado seriamente y quedó abandonada. Jerry Maiques es el vecino de enfrente, así que le mostré una fotografía de Roger en la residencia de ancianos en Inglaterra. "Es Roger", me dijo sin vacilación. "No hay duda". Y no fue el único vecino que reconoció a Roger en la imagen.

Aquel fue el fin de la investigación, pero marcó el inicio de otra misión: descubrir cómo y por qué fue Roger aparentemente abandonado al otro lado del mundo. Es que, nadie se creía que Roger pudiera haber llegado solo a Inglaterra. Y todo el mundo en el vecindario hablaba bien de él. "Le veía ir y venir del trabajo. Usaba una bata blanca, por lo que pensaba que era enfermero", me contó otra vecina, Jennifer Apon. Dice que le gustaba: "Siempre me pareció un maravilloso y amable hombre de familia". Cuanto más hablábamos, más averiguaba sobre Roger. Estaba casado, tenía dos hijos ya crecidos, pero la enfermedad había minado a la familia. Además de la demencia de Roger, su esposa Mary Jo también estaba enferma. Su hijo Kevin se hizo cargo de ellos al principio, pero hace no mucho empezó a no ser bienvenido en la casa familiar. Zania, otra vecina, describe la relación entre Kevin y sus padres como "volátil". "Lo podías oír (a Kevin) a distintas horas de la noche golpear la puerta y tratar de entrar, gritarles obscenidades", me cuenta. "Así que temíamos por su seguridad (la de Roger y su esposa Mary Jo)". En 2014 un incendio dañó la casa y las autoridades locales obligaron a cerrarla. Cuando ardió no había nadie en ella y tras el incidente Roger y su mujer se mudaron. O eso pensaron los vecinos. Y es que no los volvieron a ver hasta una sofocante mañana de agosto, en 2015. Poco después de las 6:00am, Jerry vio a Roger caminar sin rumbo tras la valla que rodeaba la casa familiar. Así que trepó el cercado, y se encontró con Mary Jo tumbada sobre un colchón hinchable en el patio de la casa calcinada. Junto a ella había una hielera con comida y agua. El día anterior el termómetro llegó a marcar 32 grados y se había pronosticado otro día de calor. Y como la pareja estaba encerrada tras la valla, sin poder salir, Jerry llamó a la policía. Se supo entonces que Kevin, de quien se sospechaba que había aprisionado a sus padres, les había estado llevando comida. Pero su hijo no fue procesado. Su madre le dijo a la policía que había sido idea de ella. Y los agentes no emprendieron ninguna acción. Todo esto ocurrió antes de que Roger fuera encontrado en Inglaterra. Mientras yo hablaba con Jerry, éste vio a Kevin aparcar el coche al otro lado de la calle. Su madre, Mary Jo, estaba sentada junto a él. Y reconocimos un gesto de alarma en la cara de ella. Parecía asustada. Kevin nos miró y aceleró. Más adelante supimos que el hijo era un personaje complicado. Hacía 17 años las autoridades habían dictado contra él una orden de restricción, para proteger a Roger de posibles amenazas o maltrato. ¿Fue, entonces, Kevin quien abandonó a su padre en Reino Unido? No sería la primera vez que algo así ocurría en Estados Unidos. De hecho, existe hasta un nombre para esa práctica: granny dumping. Granny dumping significa deshacerse de los ancianos como si fuera basura, para no tener que hacerse cargo de sus gastos médicos y de otros costos que implica cuidarlos. Hace años que se empezaron a reportar casos de ese tipo a la prensa.

Ya en 1992, el Colegio Estadounidense de Médicos de Emergencias calculaba que el año anterior 70.000 personas de la tercera edad habían sido abandonadas por sus familiares, porque estos no podían cuidarlos ni pagar para que alguien los atendiera. Y más recientemente, asociaciones de varios países, entre ellas Reino Unido, Japón o Nueva Zelanda, han encendido la alarma por el fenómeno, al que denominan una forma de abuso contra ancianos. Como último ejemplo, varios médicos de Nueva Zelanda denunciaron en diciembre del año pasado que hay familias que, cada periodo navideño, dejan a sus mayores a las puertas de los servicios de emergencia de los hospitales, "para poder descansar de ellos en vacaciones". Así, la secretaria nacional de la Asociación de Médicos Residentes de Nueva Zelanda, Deborah Powell, denunció ante la prensa que el "granny dumping" es "una realidad creciente". "Cada año que pasa, vemos que es más frecuente". Y también en Japón, se está hablando del "granny dumping", al que llaman "ubasute". Ya se practicaba hace siglos, cuando los ciudadanos pobres de las zonas rurales que no se podían hacer cargo de sus ancianos los llevaban a las montañas y los dejaban allí. Pero ahora, varias asociaciones insisten en que el fenómeno está volviendo, como consecuencia de la crisis económica y demográfica, las mismas causas a las que atribuyen el "karoshi".

Sea como fuere, intenté ponerme en contacto con Kevin. Lo llamé. Le escribí. Y no me contestó. Pero logré encontrar a su hermana, Jeannette, quien según me habían contado llevaba algunos años alejada de la familia. La mujer, de 27 años, se enfadó cuando le hablé de su padre. No sabía que había aparecido en Inglaterra, pero me dijo que pensaba que su hermano Kevin pudo haber estado detrás de eso. Pero su mayor temor era que su padre pudiera regresar a Los Ángeles. Según me dijo, en Inglaterra estaba bien, seguro. Pero para entonces, en Reino Unido las autoridades ya estaban al tanto de toda esta información. Y a los dos días un hombre fue arrestado en Inglaterra, tras la investigación conjunta de los servicios sociales de EE.UU. y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés). Después, en julio de 2016, sacaron a Roger Curry de la residencia en la que había vivido durante los últimos ocho meses y discretamente lo montaron en un avión con destino a EE.UU.

Volví a Los Ángeles hace algunas semanas. Roger vivía ahora en una residencia para ancianos a pocos kilómetros de su antigua casa. Fue allí directamente, pero por poco no lo reconocí. Apareció ante mí desaliñado, sin asearse, y más delgado de lo que lo recordaba. También lucía lo que parecía un corte en la coronilla. La segunda vez que lo fui a visitar tenía mejor aspecto. Lo habían afeitado y estaba limpio. Pero seguía sin saber cómo había llegado en su día a Reino Unido. Y no tenía dudas de que Kevin debía saber la verdad. Me lo encontré un día junto a los restos de lo que había sido la casa familiar de los Curry. Al verme, corrió y se escondió en la propiedad. Aunque luego se mostró de acuerdo en contestar a mis preguntas. Me invitó a cruzar la valla para poder hablar, pero lo que me contó no tenía mucho sentido. Negó que tuviera algo que ver con el abandono de su padre en Inglaterra. Más bien me explicó que su padre enfermó mientras la familia visitaba el país durante unas vacaciones y que él le pidió a alguien que lo llevaran al hospital. Pero había algo que no encajaba.

¿Por qué no había buscado a su padre todos estos meses en los que había estado en la residencia? Kevin salió de la propiedad, cubriéndose la cara con la capucha de la sudadera. Y cuando le pedí una entrevista formal, me acusó de acosarlo, se montó en el coche y condujo, muy lentamente, porque con la capucha no podía ver hacia dónde se dirigía. Fue una despedida de lo más extraña. El futuro de Roger está ahora en manos de los tribunales estadounidenses, y las autoridades de Los Ángeles se han hecho cargo de su cuidado. Kevin y su madre han apelado esa última decisión, pero las autoridades los acusan de haber llevado a Roger a Reino Unido y haberlo abandonado allí. Ahora se sabe que los tres volaron al país en noviembre de 2015, pero que sólo dos de ellos regresaron a EE.UU. Dejaron allí a un hombre de edad avanzada, con demencia y muy vulnerable, el padre de uno, el esposo de la otra. El misterio fue resuelto. Pero con ello no terminó la triste historia de Roger Curry. Ahora enfrenta un futuro incierto. Y yo me quedo pensando si no hubiera sido mejor si jamás se hubiera descubierto su identidad.



http://www.bbc.com/mundo/noticias-38813055