miércoles, 20 de marzo de 2024

B1: Pasados. Un robo.



En las primeras horas del amanecer del 18 de marzo de 1990, tras un festivo día de San Patricio en Boston, dos hombres vestidos de policías ENTRAR en el Museo Isabella Stewart Gardner y SALIR de ahí con unos 500 millones de dólares en tesoros artísticos. A pesar de los esfuerzos de la policía local, agentes federales, detectives aficionados y no pocos periodistas, nadie ENCONTRAR ninguna de las 13 obras perdidas en el mayor robo de arte de la historia, entre ellas un raro Vermeer y tres valiosos Rembrandts Las repercusiones del robo siempre son evidentes para los visitantes del museo que, décadas después, (1) encontrándose con marcos vacíos en las paredes de las galerías donde antes COLGAR los cuadros. Los responsables del museo AFIRMAR que MANTENERSE allí como recordatorio de la pérdida y con la esperanza de que las obras PODER volver algún día. El mes pasado, Richard Abath, el vigilante nocturno que PERMITIR por error el ingreso a los ladrones, MORIR con 57 años. SER una figura vital en una investigación que (2) activa, pero en la que las pistas ENFRIARSE .
A continuación cinco curiosidades que hacen de este uno de los crímenes estadounidenses más cautivadores.

1. Durante el atraco LLEVARSE cuadros importantes sin sus marcos. Pero otros objetos robados no SER del mismo calibre ni por asomo: un anodino jarrón de metal chino, un águila de bronce bastante corriente que ESTAR en lo alto de un mástil y cinco pequeños bocetos de Degas. Los ladrones PASAR frente a cuadros y estatuillas de jade valorados en millones, incluido un dibujo de Miguel Ángel, pero INVERTIR parte de los 81 minutos que ESTAR dentro intentando liberar el jarrón de un complicado

2. Abath, uno de los dos guardias de servicio, ESTAR esposado y amordazado con cinta aislante durante el robo. Nunca se le NOMBRAR sospechoso. Pero a lo largo de los años los investigadores SEGUIR examinando su comportamiento porque, en contra del protocolo, ABRIR la puerta del museo a los ladrones. (El segundo guardia, que (3) vivo, nunca (4)  objeto de interés para la investigación). El FBI VIGIRLARlos bienes de Abath durante décadas, pero nunca VER ingresos sospechosos. Siempre DECIR que CONTAR a los investigadores todo lo que SABER , y una prueba de polígrafo del FBI a la que SOMETERSE de forma voluntaria SER considerada “no concluyente”.

3. El museo SER en su día el hogar de Gardner y ella QUERER asegurarse de que su amplia colección de arte se expusiera de la misma manera en que ella la DISPONER . En su testamento ESTIPULAR que nada DEBER retirarse ni reordenarse, o que de hacerlo, la colección se subastaría en París y el dinero se destinaría a la Universidad de Harvard. Aunque desde hace tiempo se dice que los marcos vacíos se dejan colgados para cumplir esa voluntad, el museo señala que en realidad ese es un error que por mucho tiempo no ha sido corregido. “DECIDIR exhibirlos”, dijo en un comunicado, “porque (5) confiando en que las obras VOLVER algún día al lugar que les corresponde en las galerías; y porque son un conmovedor recordatorio para el público de la pérdida de estas obras únicas”.

4. Los ladrones DESCOLGAR un autorretrato de Rembrandt a los 23 años, pero lo DEJAR apoyado en un armario. “La verdad es que creo que probablemente lo OLVIDAR ”, dijo Anthony Amore, actual jefe de seguridad del museo. La obra ESTAR sobre un panel de roble, lo que la HACER más pesada que las pinturas sobre lienzo que ROBAR . Pero TENER aproximadamente las mismas dimensiones que el Paisaje con un obelisco de Govaert Flinck, que también ESTAR pintado sobre roble y fue robado.

5. Los investigadores han analizado todo tipo de ladrones y ladrones de arte y han descartado todo tipo de teorías. ¿ROBAR Whitey Bulger el arte para ayudar al Ejército Republicano Irlandés a conseguir dinero para armas? No. ¿QUERER la Mafia una moneda de cambio para ayudar a liberar de la cárcel a algún integrante? Tal vez. En 2015, el FBI NOMBRAR a dos criminales del área de Boston, George Reissfelder y Lenny DiMuzio, muertos hace tiempo, como los probables bandidos. Nunca ha comentado públicamente por qué.

Los investigadores aún ESPERAR recuperar las obras de arte. El museo ELEVAR su recompensa de 1 millón de dólares en 1990 a 5 en 1997 y a 10 millones de dólares en 2017. Ha dedicado varias secciones de su sitio web a educar al público sobre el crimen. Ve con buenos ojos la publicidad con la esperanza de que alguien, algún día, en algún lugar RECONOCER una de las obras de arte y  PONERSE en contacto.

“Hemos seguido todas las pistas y (6) verificando nuevas pistas”, dijo Amore, y AÑADIR : “Lo único que importa es averiguar dónde están hoy y recuperarlas”.

B1: Malos modales

 


martes, 19 de marzo de 2024

B2. Pasados. Un buen robo.

 

En las primeras horas del (1) del 18 de marzo de 1990, (2) un festivo día de San Patricio en Boston, dos hombres vestidos de policías (3) en el Museo Isabella Stewart Gardner y (4) de ahí con unos 500 millones de dólares en tesoros artísticos. A (5) de los esfuerzos de la policía local, agentes federales, detectives aficionados y no pocos periodistas, (6) ha encontrado ninguna de las 13 obras perdidas en el mayor robo de arte de la historia, entre ellas un raro Vermeer y tres valiosos Rembrandts.

Las repercusiones del robo siempre son evidentes para los visitantes del museo que, décadas después, (7) encontrándose con marcos vacíos en las paredes de las galerías donde antes (8) los cuadros. Los responsables del museo afirman que se mantienen allí como recordatorio de la pérdida y con la esperanza de que las obras (9) volver algún día. El mes pasado, Richard Abath, el vigilante nocturno que permitió por error el ingreso a los ladrones, murió con 57 años. Fue una figura vital en una investigación que (10) activa, pero en la que las pistas se han enfriado.

A continuación cinco curiosidades que hacen de este uno de los crímenes estadounidenses más cautivadores.

Durante el atraco se (11) cuadros importantes sin sus marcos. Pero otros objetos robados no eran del mismo calibre ni por asomo: un anodino jarrón de metal chino, un águila de bronce bastante corriente que estaba en lo alto de un mástil y cinco pequeños bocetos de Degas. Los ladrones pasaron frente a cuadros y estatuillas de jade valorados en millones, incluido un dibujo de Miguel Ángel, pero (12) parte de los 81 minutos que (13) dentro intentando liberar el jarrón de un complicado mecanismo de cierre.

Abath, (14) de los dos guardias de servicio, (15) esposado y amordazado con cinta aislante durante el robo. Nunca se le nombró sospechoso. Pero a lo largo de los años los investigadores (16) examinando su comportamiento porque, en contra del protocolo, había abierto la puerta del museo a los ladrones. (El segundo guardia, que (17) vivo, nunca fue objeto de interés para la investigación). El FBI vigiló los bienes de Abath durante décadas, pero nunca vio ingresos sospechosos. Siempre dijo que había contado a los investigadores todo lo que  (18) , y una prueba de polígrafo del FBI a la que se sometió de forma voluntaria fue considerada “no concluyente”.

El museo fue en su día el hogar de Gardner y ella quería asegurarse de que su amplia colección de arte se (19) de la misma manera en que ella la había dispuesto. En su testamento  (20) que nada debía retirarse ni reordenarse, o que de hacerlo, la colección se subastaría en París y el dinero se destinaría a la Universidad de Harvard. Aunque desde hace tiempo se dice que los marcos vacíos se dejan colgados para cumplir esa voluntad, el museo señala que en realidad ese es un error que por mucho tiempo no ha sido corregido. “Hemos decidido exhibirlos”, dijo en un comunicado, “porque 1.) seguimos confiando en que las obras volverán algún día al lugar que les corresponde en las galerías; y 2.) son un conmovedor recordatorio para el público de la pérdida de estas obras únicas”.

Los ladrones descolgaron un autorretrato de Rembrandt a los 23 años, pero lo dejaron apoyado en un armario. “La verdad es que creo que probablemente lo olvidaron”, dijo Anthony Amore, actual jefe de seguridad del museo. La obra estaba sobre un panel de roble, lo que la hacía más pesada que las pinturas sobre lienzo que robaron. Pero tenía aproximadamente las mismas dimensiones que el Paisaje con un obelisco de Govaert Flinck, que también estaba pintado sobre roble y fue robado.

Los investigadores han analizado todo tipo de ladrones y ladrones de arte y han descartado todo tipo de teorías. ¿Robó Whitey Bulger el arte para ayudar al Ejército Republicano Irlandés a conseguir dinero para armas? No. ¿Quería la Mafia una moneda de cambio para ayudar a liberar de la cárcel a algún integrante? Tal vez. En 2015, el FBI nombró a dos criminales del área de Boston, George Reissfelder y Lenny DiMuzio, muertos hace tiempo, como los probables bandidos. Nunca ha comentado públicamente por qué.

Los investigadores aún esperan recuperar las obras de arte. El museo elevó su recompensa de 1 millón de dólares en 1990 a 5 en 1997 y a 10 millones de dólares en 2017. Ha dedicado varias secciones de su sitio web a educar al público sobre el crimen. Ve con buenos ojos la publicidad con la esperanza de que alguien, algún día, en algún lugar reconozca una de las obras de arte y se ponga en contacto.

“Hemos seguido todas las pistas y seguimos verificando nuevas pistas”, dijo Amore, y añadió: “Lo único que importa es averiguar dónde están hoy y recuperarlas”.

lunes, 18 de marzo de 2024

B1: Tópicos, hábitos, galateo

 

Conjugue los verbos en mayúsculas y complete los números con el término que falta.

¿De dónde vienen los modales en la mesa?

ANA VEGA 'BISCAYENNE'

28 MAR 2017 - 08:00CEST

En la mesa no se juega con la comida, no se canta, no se apoyan los codos y se usan los cubiertos adecuados para cada plato: esto es algo que nos han enseñado a todos. Pero estas costumbres que nunca nos hemos planteado -¿cómo íbamos a hacerlo ¿Acaso alguien quiere ver el mundo arder o, lo que es peor, darle un disgusto a su abuela?- tienen un origen y una evolución de la que probablemente sabemos entre poco y nada. O sabíamos, porque este artículo hablaremos acerca de la historia de los modales en España.

 “Y no les deben consentir que tomen el bocado con todos los cinco dedos de la mano, y que no coman feamente con toda la boca, mas con una parte. Y limpiar las manos deben a las toallas y no a otra cosa como los vestidos, así como hacen algunas gentes que no saben de limpiedad ni de apostura”.

Éstas son algunas de las recomendaciones que APARECER en las Partidas del rey Alfonso X el Sabio acerca de las “cosas que deben acostumbrar los hijos de los reyes para ser apuestos y limpios”. Así que si tú no comes a dos carrillos ni te limpias en la manga, (1) cualificado para sentarte a la mesa de un rey medieval. Aunque nos parezcan primitivos, estos buenos modales (2) parte de la educación principesca de mediados del siglo XIII, y gracias a ellos se ESPERAR que los príncipes de Castilla destacaran sobre los demás comensales.

Debían comer moderada “y no bestialmente”, esperando a haber masticado antes de meterse otro bocado en la boca, usando tres dedos (pulgar, índice y medio) en (3) de toda la manaza para coger los alimentos y a ser posible, limpiándose antes y después. También se desaconsejaba que cantaran y hablaran con la boca llena o que se acercaran demasiado a la escudilla, puesto que había que compartirla. Aunque ahora no hay escena de serie o película medieval sin su banquete guarro ni su pollo asado engullido a mordiscos, la sociedad de aquellos tiempos SER más civilizada de lo que SOLER pensar.

Al menos la que QUERER distinguirse de la plebe y no TENER que preocuparse de si HABER qué comer sino de cómo comerlo. Dentro de su simpleza, estas reglas de cortesía SER la cúspide de la buena educación de su época, según la tecnología e higiene disponibles. Si se DECIR “no escupas en la copa” era porque la escasez de vasos OBLIGAR a compartirlos; “coge la sal con la punta del cuchillo” AYUDAR a no ensuciar con los dedos el salero común, y “no te rasques en la mesa” TENER sentido en un tiempo en el que los baños no SER comunes y el cuerpo PICAR.

A medida que PASAR el tiempo y IR cambiando las circunstancias sociales, las buenas maneras IRSE haciendo más complejas. HACER falta nuevas normas para separar al rey de los nobles, a los grandes aristócratas de los menores y a los religiosos de los laicos. Cada vez SER más habitual disponer de plato, vaso, servilleta y cuchillo individuales y de distintos materiales, de modo que HABER que especificar sus usos, a la vez que se DAR mayor importancia a la higiene, la privacidad y el decoro. En 1332 el Libro de la orden de caballería de la banda de Castilla recomienda a los caballeros no comer manjares sucios y nunca sin manteles, a no ser que se tratara de fruta o estuvieran en guerra. Se esperaba que una mesa decente estuviera cubierta con un mantel grande y otros más pequeños que MARCAR el sitio de cada comensal, con una especie de servilleta común que COLGAR del borde de la mesa y en la que todos se podían refrotar alegremente las manos.

Los antiguos griegos USAR para limpiarse las manos apomagdalia o miga de pan que luego se DAR a los perros, y los romanos TENER paños grandes y pequeños (sudaria y mappa). En la Castilla medieval se USAR ‘tovallas de manjar’ y ‘pañizuelos de mesa’, que al principio ESTAR colgados de las paredes y luego fueron acarreadas por los sirvientes. El maestresala, encargado principal de los banquetes, LLEVAR la servilleta —del tamaño de una toalla de manos actual— sobre el hombro izquierdo, y el resto de criados en el antebrazo. Las OFRECER cada vez que el invitado COMER o BEBER, y CAMBIARSE con cada nuevo plato o servicio. Así se puede ver en el cuadro Las bodas de Caná (Paolo Veronese, 1497), donde también vemos los cuchillos pequeños o cañivetes que SERVER para pinchar la comida.

Aún no ESTILARSE el tenedor, pero tampoco penséis que aquello era una rebatiña cochiquera. HABER cucharas, por supuesto, y los banquetes elegantes eran siempre atendidos por un trinchante que CORTAR y REPARTIR la carne en trozos pequeños para que los comensales tuvieran que usar su cuchillo lo mínimo. Los pedazos o tajadas de carne se servían sobre rebanadas de pan para no pasarlos con las manos, y los platos -que se daban solamente a los invitados más importantes- se TRAER tapados de la cocina, cubriéndose con un paño cada vez que el servido BEBER, para no manchar la comida. ¿Veis cómo eran más civilizados de lo que PENSAR?

El tenedor existe desde la Antigüedad, aunque entonces se usaba la llamada fuscicula sólo como utensilio de cocina y servicio, para sujetar la comida mientras se cortaba. Con dos dientes y forma de horquilla se CONSERVAR en Oriente Medio y en el imperio bizantino, de donde VOLVER a Europa en el siglo X gracias a las princesas de Constantinopla Teofania Sklerania, esposa del emperador del Sacro Imperio Romano Germano Otón II, y Teodora Ducas, mujer del dux de Venecia Domenico Selvo. A esta segunda se debe la mala fama que tuvo el tenedor hasta el siglo XVI, ya que la pobre era demasiado atildada para su época y “sus comidas eran tan regaladas, que las bocas de los reyes no habían gustado cosas más extraordinaria, y además de esto, no llegaba las viandas sino con tenedores de oro y de piedras preciosas”. San Pedro Damiano, testigo de los caprichos de la duquesa, los CONDENAR y  AFIRMAR que debido a tanta tiquismiquisería Teodora SUFRIR en su vejez una enfermedad tan asquerosa que nadie la PODER atender, en castigo a su soberbia. Puede ser que lo que le pareciera mal a Damiano fuera que el tenedor fuese de oro y no su uso en sí, pero de todas maneras se entendía que la comida era un regalo de Dios y llevarla a la boca con un instrumento de metal era casi profanación.

Pese a su fama de mala pécora, a Teodora se debe la implantación del tenedor en Italia, donde HACERSE muy popular porque FACILITAR mucho la tarea de comer pasta. La forchetta italiana pasó a la Peninsula Ibérica llamándose forqueta antes que tenedor. No se usaban para todo, pero los tenedores ya comenzaban a asomar la patita en las mesas de los ricos. Hubo que esperar dos siglos más, hasta el XVII, para que el tenedor (que empezó a llamarse así en torno a 1530, de “tener” entendido como “sujetar”) se extendiera ampliamente a la burguesía. Los cubiertos SER caros y frecuentemente se HEREDAR, figurando en inventarios y testamentos como los de Felipe II, quien ya lo USAR frecuentemente. También lo UTILIZAR su padre Carlos V, y ambos aparecen en un banquete imaginario pintado por Alonso Sánchez Coello en 1579 con un tenedor.

En el siglo XVI se experimentó un profundo interés por las reglas de etiqueta, el protocolo y “la buena crianza”. Los buenos modales eran indispensables si se quería medrar en la corte, y el humanismo renacentista comenzó a dar importancia a la civilidad y urbanidad. En 1528 apareció el libro El cortesano del diplomático Baltasar Castiglione, y en 1530 Erasmo de Rotterdam publica De la urbanidad en las maneras de los niños (De civilitate morum puerilium) en el que hay varios capítulos dedicados a los banquetes. Erasmo no se corta un pelo en hablar de asuntos que más tarde se considerarían escatológicos: “para vomitar, RETIRARSE a otro sitio” o “si es dado ventosearse, HACERLO así a solas; pero si no, de acuerdo con el viejísimo proverbio, DISIMULAR el ruido con una tos”.

El pensador holandés ya aconsejaba no apoyar los codos en la mesa, sentarse erguido (“el oscilar sobre la silla y ahora sobre esta nalga, ahora posarse sobre la otra, da la apariencia de quien está cada poco soltando ventosidad del vientre o que está haciendo esfuerzos por soltarla”) y colocar el pan a la izquierda y el cuchillo a la derecha. A contrario de los usos actuales, que aconsejan trocear el pan con las manos, Erasmo dice que “desmenuzarlo con la punta de los dedos, déjalo para refinamiento de algunos cortesanos; tú córtalo decentemente con el cuchillo”.

En 1582 aparece El Galateo español, traducción y adaptación de Lucas Gracián, secretario de Felipe II, de Il Galateo, el libro de etiqueta más popular de la Europa en aquella época. En él se SEGUIR hablando impúdicamente de vómitos y mocos con gran sentido del humorTres deditos

SERVIR pues los modales para distinguirse del vulgo, y de esa manera las reglas de protocolo comenzaron a ser objeto de la aspiración de la burguesía y clase media en los siglos XVIII y XIX. Los manuales de cortesía y buenas maneras CONVERTIRSE en éxitos editoriales y en la llave para alcanzar una posición social mejor. En 1700 aún se COMERen gran parte con las manos, pero sólo con tres dedos de la mano derecha, usando el cuchillo para partirla.

Hacia 1800, todos los libros de educación infantil INCLUIR normas de urbanidad y cortesía que los niños DEBER aprender para desenvolverse en sociedad. Aunque se CONSIDERAR que los melindres excesivos eran cosa de mujeres, el protocolo era ya muchísimo más sofisticado que en los siglos anteriores.

No sólo HABER que saber comer y beber con urbanidad, sino ser buen anfitrión e invitado. Esto IMPLICAR conocer cómo HABER que agradecer o extender una invitación, cómo aceptarla por escrito, dónde sentarse, qué tipo de conversación entablar, cuándo levantarse, cómo trinchar o servir y cómo ordenar a los criados, en caso de que los hubiera.

Los distintos servicios que progresivamente se fueron imponiendo (a la francesa, a la rusa, a la inglesa, buffet) también implicaban saber por qué lado se SERVIR los manjares, si el comensal COGER su propia porción de la mesa, de una fuente que se IR pasando o si se SERVIR el alimento ya emplatado. Un verdadero estrés. Se esperaba que el dueño de la casa trinchara las carnes y que su mujer sirviera la sopa, pasando los platos de mano en mano primero a las mujeres y después a las hombres, que estaban sentados en orden jeráquico a izquierda y derecha de los anfitriones (que ocupaban los extremos de la mesa) en cercanía según su importancia. En La joven bien educada (1875) ya se prohíbe terminantemente tocar ningún alimento con los dedos, al igual que introducir el cubierto individual en ningún otro plato que no fuera el propio. SI ahora se ponen cuchillo y cuchara a la derecha del plato, y el tenedor a la izquierda, entonces todos los cubiertos se colocaban a la derecha, y el pan y la servilleta a la izquierda.

A principios del siglo XX se dan por conocidas las reglas más básicas de las buenas maneras y los libros de etiqueta no se molestan ya en hablar de cómo sujetar el cuchillo y el tenedor. Cinco siglos de continua evolución del protocolo se aprenden en pocos años, siendo niño, y los consejos rizan el rizo estableciendo incluso la temperatura ideal del comedor. “El comedor estará bien iluminado y a la temperatura de 16 á 17 grados. La mesa, cubierta con mantel bueno, limpio y de dimensiones adecuadas, tendrá una servilleta, cubierto y cuchillo para cada convidado, plato y copa para el agua y tres de diferentes tamaños para otras tantas clases de vinos; pero si hubiere más, los criados llevarán con la botella la correspondiente copa, así como otras especiales para servir el Champagne” (Nociones de urbanidad, 1906). En esa época se alcanzó en España la máxima locura y complejidad del buen comer, tal y como vemos en un artículo de la revista Hojas selectas del año 1906. Titulado El arte de comer, dedica diez fotografías y varias páginas al espinoso asunto de cómo comer langosta, ostras, pescado con ¡dos tenedores!, sopa, postres con cuchara y tenedor, alcachofas, aceitunas o apio. “De la manera de sentarse á la mesa, de manejar el cubierto, ponerse la servilleta, cortar las viandas, beber y mascar, en mil menudencias, en fin, al parecer insignificantes, se puede colegir, con muy posible certeza, de la clase de persona que por comensal tenemos y de si se crió en buenos pañales”.

Después de eso, la etiqueta se fue relajando a lo largo del último siglo, eliminando los elementos y cubiertos superfluos y simplificando el servicio. Nuestras reglas han cambiado, y se ve incluso como una exageración el usar cubiertos para comer ciertos mariscos, espárragos, fruta, pasteles o pizza. La etiqueta SEGUIR cambiando y nosotros la haremos evolucionar igual que nuestros antepasados. Eso sí: SENTARSE (TÚ) recto, no REBAÑAR la salsa y no APOYAR los codos. Ya lo DECIR Alfonso X. Y las abuelas, que en la mesa mandan casi más.

Lecturas: Huntington. Hispanos

 https://elpais.com/diario/2004/06/20/domingo/1087703554_850215.html