jueves, 7 de abril de 2016

B1: Para leer. Alejandro Aravena.

Un día en la Universidad de Harvard, el ingeniero Andrés Iacobelli preguntó a su amigo Alejandro Aravena: “Si la arquitectura chilena es tan buena, ¿por qué la vivienda social es tan mala?”. Esa pregunta golpeó al arquitecto y le abrió un nuevo camino que ha culminado con la conquista del Premio Pritzker, el nobel de la disciplina, como reconocimiento al “compromiso social” de su obra. Alejandro Aravena (Santiago de Chile, 1967) es un arquitecto visionario. Ha firmado edificios emblemáticos para universidades chilenas y estado­unidenses. Pero lo que más distingue a Aravena es su empeño por erradicar las favelas. Empezó en la ciudad chilena de Iquique, donde construyó 93 casas de 36 metros cuadrados concebidas para que sus propietarios pudiesen duplicar la superficie cuando dispusieran de más recursos. Lo llaman “arquitectura incremental”, una revolución importada a otros lugares de Chile y México y que le ha valido reproches de los puristas por permitir que los dueños puedan alterar las viviendas. “¿Y a mí qué me importan los intelectuales?”, replica. “Yo les respondo: ‘Muéstrenme las alternativas’. Porque la opción era irse a una periferia de mierda y condenar a la pobreza a un par de generaciones”.
Aravena se hizo arquitecto “casi por descarte” en un país con escasa tradición: “Esto era un desierto. ¡Estudiábamos arquitectura con fotos! Aquí no ha habido ni una gran arquitectura colonial ni un movimiento moderno como en Brasil”. Su época de estudiante coincidió con los años finales de la dictadura de Pinochet, lo que reforzó un carácter que él reconoce como “rebelde”. “Me fui creando mi autonomía intelectual porque había un contexto que me obligaba a hacerlo”, relata. “Vivíamos en una tensión constante, todo el tiempo tenías que tomar una posición muy clara. La mía, totalmente a la izquierda, me ayudó a madurar muy temprano”.
Tras finalizar la carrera, amplió estudios en Venecia y durante un tiempo regentó un bar. Desde el principio lo tuvo claro: “No quería imitar a nadie, sino buscar algo diferente”. Los proyectos de su estudio Elemental siempre parten del diálogo con los futuros usuarios. Y su propósito es combatir la desigualdad social: “Lo que genera conflicto no es la pobreza, sino la ine­quidad. Se habla de redistribuir los ingresos, pero eso toma al menos dos generaciones. En la ciudad, sin embargo, si identificas proyectos de espacio público, transporte, infraestructura o vivienda, puedes mejorar la calidad de vida”.
Casado con otra arquitecta y padre de tres hijos, antes de ganar el Pritzker fue jurado del premio, una labor que resultó a la vez “un privilegio y una maldición”. Comprobó que la mejor arquitectura es la que “aguanta el paso del tiempo”: “A veces, ibas a ver proyectos muy famosos y, dos años después de inau­gurarse, eran ya obsoletos, patéticos”. El éxito de sus casas sociales le abre un horizonte enorme y él no se pone límites: “Existen 2.000 millones de personas en el mundo que necesitan vivienda de calidad. Y apenas hay propuestas arquitectónicas para ellos”.
Fuente: http://elpaissemanal.elpais.com/confidencias/alejandro-aravena-un-arquitecto-contra-la-desigualdad/

B1: Para escuchar. Agenda cultural.

El Palazzo delle Esposizioni de Roma (1) una exposición dedicada a la (2) de Caravaggio diferente a las demás. De (3) , en esta muestra no hay cuadros. Se trata de una videoinstalación original e inédita, un (4) contemporáneo al trabajo del pintor italiano del siglo (4). Proyecciones de gran (5) acompañadas de música y fragancias invitan al visitante a sumergirse en el trabajo del maestro del (6).
“Cuando visitas una exposición puedes ver normalmente cuadros o esculturas. En esta muestra, sin (7), las imágenes se presentan al visitante como (8). Los personajes parecen llegar de un mundo lejano ocupando, de (9), nuestro espacio”.
“Caravaggio pintaba personas, personajes. Y esta exposición nos permite acercarnos a ellos como si (11) una lupa, nos permite verlos aislados, uno a uno, fuera de la obra. Tanto investigadores como estudiantes podrán de esta manera (12) en algunos detalles que no conocían, detalles muy particulares de la obra de este pintor”.
La videoinstalación “Caravaggio Experience” (13) abierta al público en el Palazzo delle Esposizione de Roma hasta (14) de julio.
http://es.euronews.com/2016/04/06/caravaggio-experience-una-videoinstalacion-sobre-el-maestro-del-claroscuro/

miércoles, 6 de abril de 2016

A: Para debatir sobre hábitos. Alumnos asiáticos.



Hijo único de dos funcionarios del Gobierno, el adolescente Cai Zhendong estudia en el instituto público Jincai de Shanghái, uno de los que han participado en las pruebas del informe PISA de educación que ha evaluado a medio millón de estudiantes de 65 países. Como en 2009, los alumnos de esta ciudad china han vuelto a obtener los mejores resultados del mundo en sus tres categorías: matemáticas, lectura y ciencias.

Tan sobresaliente logro se explica perfectamente a la vista de la vidaque llevan los escolares chinos como Cai Zhendong, que parece máspropia de una cárcel o un cuartel que de un colegio. Interno a sus 16 años en el instituto Jincai, se levanta de lunes a viernes cuando suena la campaña del centro a las seis y media de la mañana. Tras hacer la cama de la litera con pupitre que ocupa en un cuarto compartido con otros cinco estudiantes, asiste a las siete a una clase de 20 minutos para repasar y preparar el día antes de desayunar. Con edades comprendidas entre 16 y 18 años, los alumnos de los institutos chinos estudian nueve asignaturas: matemáticas, física y química, literatura, inglés, geografía, historia, biología, política y tecnología, más otras materias optativas como dibujo, música o ajedrez.

A las ocho empiezan las cinco clases de la mañana, que duran 40 minutos y se compaginan con media de hora de ejercicios físicos en los que participan los 1.500 alumnos del instituto, que inundan el campo de césped del instituto. Pero, cuando la contaminación está tan alta como estos días, en los que una espesa niebla cubre la ciudad y oculta el «skyline» con los futuristas rascacielos de Pudong, hacen deporte en el gimnasio.

A partir de las doce y cuarto, tienen 45 minutos para almorzar en el comedor y luego media hora de descanso antes de retomar las tres clases de la tarde hasta las cuatro, que vuelven a intercalar con otra sesión de deporte de 25 minutos y unos ejercicios de relajación en los que se masajean las sienes para evitar la fatiga en los ojos.

A las cuatro y diez acaban las clases, pero eso no significa que los alumnos terminen el estudio ni abandonen el aula, ya que hasta las cinco se imparte alguna asignatura optativa. En el caso de Cai Zhendong, ha elegido experimentos químicos.

La cena se sirve a las cinco de la tarde y, una vez terminada, los escolares vuelven al aula a las seis para ver el telediario vespertino de la televisión estatal CCTV, auténtico lavado de cerebro de la propaganda del régimen. Tras recibir durante una hora su dosis diaria de ideología comunista «con características chinas», permanecen en el aula estudiando hasta las nueve y media de la noche. En ese momento regresan a los dormitorios y tienen media hora para ducharse antes de que se apaguen las luces a las diez.

Para impedir que los chavales charlen o jueguen hasta altas horas de la madrugada, un vigilante recorre las habitaciones, pero Cai Zhendong asegura que, al final del día, «estamos tan cansados que caemos dormidos enseguida y ni siquiera hablamos entre nosotros». Los fines de semana regresa a casa con sus padres y aprovecha para «dormir más y acumular horas de sueño para la semana», pero también debe hacer tareas. Además, la mayoría de los estudiantes chinos, internos o no, tienen los sábados y domingos repletos de clases privadas de refuerzo.

«La educación se toma aquí más en serio que en Occidente porque hay tanta gente en China que la competencia para conseguir un trabajo es muy dura», compara Tian Hong, la profesora de matemáticas de Cai Zhendong. Con 31 años de experiencia, asegura que «la enseñanza china ha pasado de basarse sobre todo en la memorización a buscar más la motivación y participación del alumno», al menos en Shanghái, que desde hace dos décadas controla su propio sistema educativo y tiene unos libros de texto distintos a los del resto del país. Pero, aun así, reconoce que «las clases en China no pueden ser muy participativas porque tenemos una media de 45 estudiantes por aula y muchas materias que enseñar». A tenor de la maestra Tian, «los alumnos no vieron muy difíciles los exámenes de PISA porque se parecían a los que vienen haciendo en nuestros colegios, donde intentamos explicar las matemáticas con aplicaciones a la vida cotidiana para hacerlas más digeribles».

Con ella coincide el director del instituto, Wang Conglian, quien cree que «la educación china es más estricta que en Estados Unidos y Europa». A su juicio, la clave del éxito chino es que «los profesores tienen e imponen mucha disciplina y trabajan en grupo para preparar las materias». Consciente de las críticas al sistema educativo chino por no fomentar la creatividad del alumno ni dejarle tiempo libre, señala que «estamos mejorando nuestro método para darle más importancia a la individualidad siguiendo los consejos de colegios americanos y europeos, que también quieren aprender de nosotros porque su enseñanza allí es más relajada».

Fundado en 1996 por las donaciones del hijo de Ye Jincai, un rico empresario de la provincia de Jiangsu que emigró a Taiwán durante la Guerra Civil (1945-49), este instituto público es uno de los diez primeros en las notas del «gaokao», la Selectividad china que determina el acceso a la Universidad. En un país tan masificado como este, su importancia es tal que marca la vida de los estudiantes, presionados por unospadres obsesionados con que sus hijos estudien una carrera que les ayude a encontrar un buen trabajo. Junto a otros 28 «centros clave», el instituto Jincai ha sido elegido por su excelencia entre las 300 escuelas superiores de Shanghái por el Gobierno local, que le dedica una atención especial en sus presupuestos, como se ve en sus modernas instalaciones.
Clases «normales»

Según el director Wang, los responsables del informe PISA seleccionaron las escuelas de Shanghái que participaron en la última evaluación y su instituto escogió dos clases «normales» de alumnos de 15 años. Conociendo el afán propagandístico chino, resulta difícil de creer. Para esta entrevista, él y la maestra Tian nos presentan a dos alumnos modelo: el ya mencionado Cai Zhendong y su compañero Wu Tianli. Ambos se presentan, respectivamente, como Joe y Jerry, pero su inglés deja bastante que desear y son tan tímidos que hay que arrancarles las palabras con sacacorchos.

«Mi deber es estudiar»«Ahora estoy en la escuela y mi responsabilidad es estudiar», musita, apenas inteligible, Joe, que quiere estudiar alguna ingeniería. A Jerry, en cambio, le gustan tanto los números que en su tiempo libre, cuando no está «empollando», se dedica a leer libros como «Matemáticas divertidas», cuyo título ya suena a ecuación irresoluble.

Tanto Joe como Jerry quieren ir a la Universidad de Fudan porque «es la mejor de Shanghái» y luego cursar algún Máster en el extranjero. Con la mirada esquiva y los ojos apagados, carecen de la chispa que se le presupone a todo adolescente y no sonríen en ningún momento. Más que estudiantes brillantes, Joe y Jerry parecen robots, máquinas de estudiar.

martes, 5 de abril de 2016

B1: Para escuchar. Robots.



Escuche y complete:

Prepárese porque, en pocos años, veremos más y más robots como (1) por las calles.
Su presencia se (2) más imprescindible en las cadenas de distribución para resolver lo que se conoce como la logística de la Última Milla: cómo realizar las entregas al menor costo para hacerlas accesibles al consumidor sin que el (3) pierda dinero.
En las zonas urbanas, abordarán la congestión del tráfico y problemas medioambientales.
La empresa Starship también ha pensado en los (4) : ¿ Y si se va la luz?
“El cofundador Janus Friis y yo nos (5) cuenta hace poco menos de dos años, que es posible automatizar la entrega de la última milla utilizando esencialmente la tecnología de (6) en día”.
El robot se controla siempre a distancia a través de Internet por un operador y viene equipado con un (7) y un micrófono para poder comunicarse con la gente.
Ahti Heinla, programador estonio, y antíguo confundador de Skype, nos da más detalles :
“(8) de un montón de sensores y tecnología. Cuenta con (9) , y nueve cámaras. Algunas de  (10) se pueden ver aquí. Por supuesto (11) giroscopios y elementos similares y un montón de otro tipo de sensores internos. La mayoría están construidos con la tecnología para teléfonos móviles, porque, en realidad los celulares tienen todo esto “.

El robot, (12) que aún no hemos puesto nombre, en varias ciudades del Reino Unido en los próximos meses. El reto: que el coste de la entrega de la Última Milla, todavía la más alta de todo el proceso de entrega, sea el mismo que (13) de un libro.