Lee este reportaje del Magazine del diario La Vanguardia. Resúmelo y opina sobre él.
Cansadas de esperar
Son mujeres mexicanas cuyos maridos, hijos u otros familiares
emigraron a Estados Unidos. Estas mujeres son otra cara del fenómeno
migratorio: la de quienes esperan a los que se marcharon. Un aspecto que
encierra muchas veces casos de violencia intrafamiliar, de abandono
–que sufren ellas y sus hijos–, de estancamiento ante la pausa que
supone en las vidas de estas mujeres el que sus parejas se vayan del
país (en algunos casos, durante muchos años) y a ellas se les niegue la
posibilidad de rehacer plenamente su vida. De distintas edades y
procedencias, muchas de estas mujeres comparten historias de soledad y
su lucha por salir adelante, la mayoría de las veces, como madres solas y
con escasos recursos y en una sociedad que aún no reconoce igual los
derechos de la mujer que los del hombre.
A partir de los testimonios de estas personas y de otras como estas, casos que se repiten desde hace ya décadas, aunque raramente estas mujeres han sido escuchadas, surgió un proyecto audiovisual, recogido en una web (penelopesmexicanas.org). El objetivo es concienciar a la sociedad sobre el papel de estas mujeres, abrir un debate sobre sus derechos, reclamar que se les preste apoyo institucional y, por qué no, impulsar una transformación social que corrija estas situaciones.
MARGARITA VEGA LÓPEZ
Las Cruces, Salvatierra, Guanajuato. 40 años, dos hijosMi esposo se fue a EE.UU. recién casados. Estuvo allá cuatro años para poder construir una casa; después se vino, estuvo aquí nueve meses y se volvió a ir para acabar la casa. Ahorita, hace dos años que no va, pues se ha puesto muy difícil la pasada, no quieren dar trabajo a los que no tienen documentos, pero tiene planes de ir. Mi hija quiere seguir estudiando y ya va a salir de la secundaria. Es muy difícil, porque uno siente todo el compromiso de los hijos sobre uno. No quiero que mi marido se vaya, porque los hijos ya están en una edad que se me hace más difícil controlarlos yo sola. Yo preferiría que pudiéramos sacar adelante a nuestros hijos aquí, que pudiésemos sostener a la familia y estar todos juntos es mi sueño. Pero aquí no hay ninguna fuente de trabajo, eso es lo malo.
A partir de los testimonios de estas personas y de otras como estas, casos que se repiten desde hace ya décadas, aunque raramente estas mujeres han sido escuchadas, surgió un proyecto audiovisual, recogido en una web (penelopesmexicanas.org). El objetivo es concienciar a la sociedad sobre el papel de estas mujeres, abrir un debate sobre sus derechos, reclamar que se les preste apoyo institucional y, por qué no, impulsar una transformación social que corrija estas situaciones.
MARGARITA VEGA LÓPEZ
Las Cruces, Salvatierra, Guanajuato. 40 años, dos hijosMi esposo se fue a EE.UU. recién casados. Estuvo allá cuatro años para poder construir una casa; después se vino, estuvo aquí nueve meses y se volvió a ir para acabar la casa. Ahorita, hace dos años que no va, pues se ha puesto muy difícil la pasada, no quieren dar trabajo a los que no tienen documentos, pero tiene planes de ir. Mi hija quiere seguir estudiando y ya va a salir de la secundaria. Es muy difícil, porque uno siente todo el compromiso de los hijos sobre uno. No quiero que mi marido se vaya, porque los hijos ya están en una edad que se me hace más difícil controlarlos yo sola. Yo preferiría que pudiéramos sacar adelante a nuestros hijos aquí, que pudiésemos sostener a la familia y estar todos juntos es mi sueño. Pero aquí no hay ninguna fuente de trabajo, eso es lo malo.
MALUZ SOSA LÓPEZ
Las Cruces, Salvatierra, Guanajuato. 45 añosQuisiera que pudieran arreglar a mi hermano un visado o un trabajo para vivir aquí. Porque él es emigrante, ha ido para allá, pero lo han regresado cuatro o cinco veces. Somos tres hermanas solteras y vivimos con mi papá, que es viudo y está enfermo. Quisiéramos que nos ayudaran para tener algún trabajo. Mi hermano estuvo allá dos años y sufrió un accidente. Regresó y ha estado intentado volver, pero no ha podido. Se endroga (endeuda) con el pasaje, para pagarle al coyote y luego lo regresan. La última vez le cobraron 1.500 dólares y ahora debe dinero. Yo también emigraría si me dieran un visado.
Las Cruces, Salvatierra, Guanajuato. 45 añosQuisiera que pudieran arreglar a mi hermano un visado o un trabajo para vivir aquí. Porque él es emigrante, ha ido para allá, pero lo han regresado cuatro o cinco veces. Somos tres hermanas solteras y vivimos con mi papá, que es viudo y está enfermo. Quisiéramos que nos ayudaran para tener algún trabajo. Mi hermano estuvo allá dos años y sufrió un accidente. Regresó y ha estado intentado volver, pero no ha podido. Se endroga (endeuda) con el pasaje, para pagarle al coyote y luego lo regresan. La última vez le cobraron 1.500 dólares y ahora debe dinero. Yo también emigraría si me dieran un visado.
SONIA GARCÍA FLORES
Las Cruces, Guanajuato. 23 años, viuda, dos hijosAquí, la migración por la economía es el problema más grande. Los niños, cuando salen con 15 años de la secundaria, se van a EE.UU. porque tienen sus sueños de tener carros o hacerse su casa, tener dinero. Como no tienen el paso libre, piensan, si regreso, cómo voy a volver a EE.UU., por eso se quedan mucho tiempo allí. Yo tengo allí primos y a mi papá, que ya es un hombre mayor –tiene 51 años– y, por su edad, se le hace más difícil regresar. Mis primos van, vuelven para las fiestas, tienen muchas historias: llegando a la frontera, unos policías les dieron su ayuda… pero era una pandilla (grupo delictivo) y les secuestraron. Pidieron rescate a sus papás. Mi padre hace ocho o nueve años que se fue. En ese tiempo ha habido varios presidentes y se queda para ver si ponen nuevas reglas y poder sacarse el pasaporte. Ahora que entró este último presidente, ya iba a venir, pero él (Obama) prometía que iba a apoyar a los emigrantes y se esperó. Hasta la fecha no ha pasado nada. Aquí le esperamos mi mamá y tres hijas. Mi esposo murió en un accidente cuando mi pequeño tenía un mes. Yo antes era de la idea de no a ir a EE.UU., pero, ahora, sí me gustaría.
Las Cruces, Guanajuato. 23 años, viuda, dos hijosAquí, la migración por la economía es el problema más grande. Los niños, cuando salen con 15 años de la secundaria, se van a EE.UU. porque tienen sus sueños de tener carros o hacerse su casa, tener dinero. Como no tienen el paso libre, piensan, si regreso, cómo voy a volver a EE.UU., por eso se quedan mucho tiempo allí. Yo tengo allí primos y a mi papá, que ya es un hombre mayor –tiene 51 años– y, por su edad, se le hace más difícil regresar. Mis primos van, vuelven para las fiestas, tienen muchas historias: llegando a la frontera, unos policías les dieron su ayuda… pero era una pandilla (grupo delictivo) y les secuestraron. Pidieron rescate a sus papás. Mi padre hace ocho o nueve años que se fue. En ese tiempo ha habido varios presidentes y se queda para ver si ponen nuevas reglas y poder sacarse el pasaporte. Ahora que entró este último presidente, ya iba a venir, pero él (Obama) prometía que iba a apoyar a los emigrantes y se esperó. Hasta la fecha no ha pasado nada. Aquí le esperamos mi mamá y tres hijas. Mi esposo murió en un accidente cuando mi pequeño tenía un mes. Yo antes era de la idea de no a ir a EE.UU., pero, ahora, sí me gustaría.