Por Juan José Millás. El País.
Este hombre (1) hace cinco años (cuando (2) 29) la tercera persona más famosa del mundo, el mejor jugador de fútbol del mundo y uno de los deportistas jóvenes más ricos del mundo. Y no (3) loco. Al contrario, era también uno de los tipos más (4) del mundo. Hace unos días (5) al anunciar su jubilación. Decía que el cuerpo no le daba para más, que hasta subir las escaleras le (6) un dolor insoportable. "Mi cabeza", añadió, "me (7) jugar, pero mi cuerpo me pedía que (8)". Cuando tenía 24 años, en plena gloria y en plena juventud, se (9) longitudinalmente (una rareza) el tendón rotuliano, indispensable para la articulación de la rodilla. Tras seis meses sin jugar, se lo (10) a romper en el partido de regreso. Su cuerpo le dijo que se (11), pero él hizo caso a su cabeza y regresó con enorme éxito al (12) de un año y tres meses. Toda su carrera deportiva fue una lucha entre (13) que le pedía el cuerpo y (14) que le pedía la cabeza. Al final ha ganado la batalla el cuerpo (todas las batallas, tarde o temprano, las gana él). Se retira, se va, con su cabeza y con su cuerpo. ¿Pero adónde? A lo mejor a la cabeza le gustaría permanecer en un sitio y al cuerpo en otro. Tal vez viva ya siempre con la cabeza acá y con el cuerpo allá. Alguien, cerca de mí, en un bar, y observando esta foto, censuró que el jugador (15). "Después de todo", dijo, "tiene la vida resuelta". ¿La vida? ¿Qué vida? ¿La de la cabeza? ¿La del cuerpo? ¿Le ayudará el dinero a construir una existencia nueva en la que por fin el segundo y la primera (16) un acuerdo?