martes, 25 de octubre de 2011

B2: Para leer y debatir. Una entrevista a Javier Solana

 

"Ningún abrazo sobra"

 Por Lluís Amiguet. La Vanguardia.
Tras la última guerra de los Balcanes, visité Liubliana, y un anciano esloveno me cogió del brazo: "Mire allí: al otro lado del río está mi casa y sin haberme movido en toda mi vida de ella he vivido en siete países diferentes".

...
Me lo dijo con dolor y alivio. ¿Sabe qué le está pasando a Europa ahora? ¿Sabe qué hay detrás de todas esas indecisiones sobre la deuda de los países y ese resurgir de cierto nacionalismo económico?

¿...?
Pues que las generaciones que llegan al poder se están olvidando de las guerras. Recuerde que muchos de los fundadores de Europa habían vivido dos guerras mundiales. Y después llegó la guerra fría.

¿Alemania también se está olvidando?
Alemania hizo un magnífico esfuerzo europeísta y nació el eje franco-alemán, pero siempre, detrás de todo impulso europeísta, estaba el dolor y el alivio tras las guerras.

¿Alemania ya no se teme a sí misma?
Cayó el Muro y, cuando Kohl se empeñó en unificar las dos Alemanias, Mitterrand y Thatcher le espetaron: "Queremos tanto a Alemania que preferimos que haya dos". España apoyó a Kohl. Y con razón, porque lo que guiaba a Kohl y a toda su generación no era el nacionalismo, sino el europeísmo. De nuevo, le movía el dolor por el pasado y el alivio por ese futuro europeísta.

¿No pagamos todos esa unificación?
España la apoyó sin titubeos y Alemania hizo un enorme esfuerzo para culminarla con éxito, pero no pudo cumplir los objetivos de déficit de Maastricht.

Y les perdonamos el incumplimiento.
Después con el canciller Schröder los alemanes hicieron otro enorme esfuerzo, que ahora les permite estar mejor, pero hay que recordar que Alemania es la gran beneficiaria del mercado único europeo.

¿Está proponiendo los eurobonos?
Sí, los propongo.

¿No son una transferencia de rentas de ese núcleo alemán a la periferia?
Serían parte de ese relato sobre la ilusión por el futuro de Europa, que ha de sustituir al miedo y alivio del pasado. Y es que, además, no tenemos otra opción frente a China, India, Indonesia, Corea, Y todo el empuje de Asia y Brasil y Latinoamérica... Son países enormes con grandes poblaciones frente a los que no podemos competir aislados.

¿El tamaño y la masa son una ventaja?
Piense, por ejemplo, que hay al menos once países europeos más pequeños en población que las grandes... ¡ciudades! chinas.

¿No ve a Merkel preocupada ante todo –y a menudo sólo– por sus electores?
Conozco bien a Angela y a sus padres. Me pidió que respondiera a su discurso de investidura como doctora honoris causa por la Universidad de Leipzig y cenamos juntos.

Es hija de pastor luterano.
De pastores: lo son su padre y su madre. Pero ese estilo austero de la canciller –parece que siempre vista el mismo traje– no es un reflejo filial. La señora Merkel quiere dar la impresión de que ella no está para frivolidades: que ella trabaja.

Y al lado de Sarkozy lo consigue.
Sarkozy es latino y sobre todo gesticula.

¿En esos encuentros de alto nivel no se sonríen ustedes sin decirse nada?
En ocasiones exhibirse dándose la mano dice más que cualquier palabra.

Los abrazos de Solana fueron míticos.
Esa es una caricatura que no me molesta: es mejor crear empatía que antipatía, pero sin olvidar nunca el contenido, desde luego. Debes ser cordial sin dejar de ser eficaz.

¿Cordial hasta qué punto?
Ningún abrazo está de más. La cordialidad –y lo aplico también en mi vida– ayuda hasta para pelear. Y es una estupidez añadir soberbia a los gestos cuando tenemos acuerdos difíciles por lograr.

¿En la era digital el factor humano todavía decide?
En eso la diplomacia no es diferente del fútbol: si te toca jugar en la generación de Messi, ganas todos los partidos. Lo mismo sucede con los estadistas. Si te toca vivir con un gran estadista al frente de tu país, ganas.

¿No sería mejor una sociedad que no dependiera de la calidad de su estadista?
Sin duda se trataría de lograr un gran equipo con o sin Messi. Pero como dice mi amigo el emprendedor veinteañero Pau Garcia-Milà: "Nacer en una generación sin héroes tiene la ventaja de que puedes destacar también haciendo cosas pequeñas".

¿Se encuentra a gusto dando clases?
Intento devolver a la sociedad parte de lo que me ha dado. Y me gusta enseñar en Barcelona: mi padre también enseñó en el IQS.

Deme un consejo diplomático.
Cuide y aproveche la primera impresión que usted da y la que le dan. Es decisiva y no hay una segunda primera impresión.

A usted no le ha ido mal: dicen que la red Solana es aún poderosísima.
Digamos que me he especializado en primeras impresiones y he tenido, como usted ha dicho, un cierto instinto para reconocer a las personas.

¿La mejor primera impresión?
Bill Clinton. Aún nos llamamos. Y tuve también una última impresión memorable, la de la viuda de mi amigo Yitzhak Rabin, Leah: una mujer de gran carácter, que me llamó desde el hospital donde agonizaba para despedirse de mí. No he podido olvidar la entereza de aquella llamada.