Cómo duplicar tu cotización
Por Quim Monzó. La Vanguardia.
El 15 de septiembre del 2005 el Daily Mirror salió a la calle con Kate Moss en primera plana, esnifando cocaína. Habían tomado fotos en el estudio de grabación de los Babyshambles, el grupo de su noviete de entonces, Peter Doherty. Por las fechas, calculo que debían de estar grabando Down in Albion, el disco que incluye Fuck forever (con su ritornelo encantador: "Fuck forever if you don't mind...").
Pero al cabo de poco se vio que lo de las manos a la cabeza era pura pose. Al año siguiente, Moss volvía a trabajar para Burberry y Chanel. Y, desde entonces, ha ampliado su cartera de clientes: Longchamp, Bulgary, Virgin, Yves Saint Laurent, Louis Vuitton, Calvin Klein... La semana pasada, su agente, Sarah Douglas, fue a BBC Radio 4 e hizo unas declaraciones que resultan muy instructivas para quienes aún creen que los niños vienen de París. Dijo que, desde las fotos del Daily Mail en el 2005, Moss ha doblado sus ganancias: antes se embolsaba cada año dos millones de libras y ahora se embolsa cuatro. Fue precisamente el escándalo lo que hizo de Moss una celebridad. Lo más aleccionador es lo que contestó la agente de Moss, cuando le preguntaron si la modelo había conseguido recuperar el caché que perdió tras el escándalo. Respondió la agente: "¡Es que su caché no bajó, en absoluto! En este mundo en el que vivimos, salir en las noticias es bueno, sea cual sea el motivo por el que aparezcas". (A excepción de los deportistas, claro está.)
Con los actores sucede lo mismo que con Moss. Por eso hay tantas supuestas clínicas de rehabilitación. ¿Que mengua la fama? Nada como hacerse el adicto. Adicto a la coca, al alcohol, al sexo, al plexiglás... Con gran despliegue de periodistas y cámaras por todas partes, entra el actor en la clínica. Qué hace dentro, no lo sé, pero yo diría que pasar de todo: relajarse del estrés habitual, dormir ocho o nueve horitas, mirar la tele, leer la prensa, jugar al bridge con otros actores o modelos –supuestamente adictos, como él– que están en la misma clínica... Eso durante unos días, mientras espera la llamada de su agente. Hasta que por fin suena el teléfono:
–¿Sí? –dice el actor.
–Bueno, ya está. Hemos conseguido un par de contratos fabulosos. ¿Qué te parece si te paso a recoger de aquí a un par de horas? Así tendré tiempo de convocar a la prensa.