por Isaac Rosa (Público)
“La gente está esperando algo bueno del Mundial. Tal y como van las cosas en nuestro país, tenemos que hacerlo bien y traerles algo de alegría.” -Giorgos Karagounis, capitán de la selección de fútbol de Grecia-
No me interesa lo más mínimo el fútbol, pero esta vez estoy deseando que España gane el Mundial. No por patriotismo, ni por dar gusto a mi futbolero padre, sino por todo lo que me embolsaré si se traen la copa: el ordenador, la tele y el GPS que acabo de comprar me saldrán gratis, varios comercios del barrio me devolverán el importe de mis compras, acumularé descuentos en el súper y la gasolinera, y el banco me subirá un punto la rentabilidad del depósito balompédico que acabo de contratar.
Quedan poco más de dos semanas para que empiece el Mundial, y el fútbol va ocupándolo todo. Y no sólo en la publicidad, que intenta vendernos cualquier cosa con la camiseta de la selección.
Decía el ABC hace dos días que los sindicatos están calendario en mano buscando fechas por si convocan huelga general, y que lo tienen difícil con tanto partido de fútbol como se avecina. La noticia, tal como estaba contada (“Los sindicatos supeditan la huelga general al Mundial de fútbol”) sonaba a pulla contra UGT y CCOO, pero me temo que tiene un fondo de verdad: dentro de un mes la mayoría estará más pendiente de la pelota que de los recortes sociales o la reforma laboral.
Lo sabe también el gobierno, que habrá incluido la variable futbolera en sus cálculos políticos. De entrada, gana un mes de tranquilidad, que no hay como el circo (perdón, el fútbol) para apaciguar los ánimos. Y si encima la selección triunfa, qué más quieres: se arregla todo, la crisis, el diálogo social, el Constitucional y lo de Garzón, ya verán.
Eso sí, como España haga lo de otras veces, y caiga a las primeras de cambio, la depresión nacional puede ser histórica, con tantas expectativas como hay. Entonces sí que montamos una huelga general y exigimos elecciones anticipadas, que con la que está cayendo sólo faltaba que nos quiten esa última ilusión.
Así visto, me da que hay españoles poniendo velas para que España no gane el Mundial. Y no me refiero sólo a esos vendedores que tendrán que devolverme el importe de la compra.