En las primeras horas del (1) del 18 de marzo de 1990, (2) un festivo día de San Patricio en Boston, dos hombres vestidos de policías (3) en el Museo Isabella Stewart Gardner y (4) de ahí con unos 500 millones de dólares en tesoros artísticos. A (5) de los esfuerzos de la policía local, agentes federales, detectives aficionados y no pocos periodistas, (6) ha encontrado ninguna de las 13 obras perdidas en el mayor robo de arte de la historia, entre ellas un raro Vermeer y tres valiosos Rembrandts.
Las repercusiones del robo siempre son evidentes para los visitantes del museo que, décadas después, (7) encontrándose con marcos vacíos en las paredes de las galerías donde antes (8) los cuadros. Los responsables del museo afirman que se mantienen allí como recordatorio de la pérdida y con la esperanza de que las obras (9) volver algún día. El mes pasado, Richard Abath, el vigilante nocturno que permitió por error el ingreso a los ladrones, murió con 57 años. Fue una figura vital en una investigación que (10) activa, pero en la que las pistas se han enfriado.
A continuación cinco curiosidades que hacen de este uno de los crímenes estadounidenses más cautivadores.
Durante el atraco se (11) cuadros importantes sin sus marcos. Pero otros objetos robados no eran del mismo calibre ni por asomo: un anodino jarrón de metal chino, un águila de bronce bastante corriente que estaba en lo alto de un mástil y cinco pequeños bocetos de Degas. Los ladrones pasaron frente a cuadros y estatuillas de jade valorados en millones, incluido un dibujo de Miguel Ángel, pero (12) parte de los 81 minutos que (13) dentro intentando liberar el jarrón de un complicado mecanismo de cierre.
Abath, (14) de los dos guardias de servicio, (15) esposado y amordazado con cinta aislante durante el robo. Nunca se le nombró sospechoso. Pero a lo largo de los años los investigadores (16) examinando su comportamiento porque, en contra del protocolo, había abierto la puerta del museo a los ladrones. (El segundo guardia, que (17) vivo, nunca fue objeto de interés para la investigación). El FBI vigiló los bienes de Abath durante décadas, pero nunca vio ingresos sospechosos. Siempre dijo que había contado a los investigadores todo lo que (18) , y una prueba de polígrafo del FBI a la que se sometió de forma voluntaria fue considerada “no concluyente”.
El museo fue en su día el hogar de Gardner y ella quería asegurarse de que su amplia colección de arte se (19) de la misma manera en que ella la había dispuesto. En su testamento (20) que nada debía retirarse ni reordenarse, o que de hacerlo, la colección se subastaría en París y el dinero se destinaría a la Universidad de Harvard. Aunque desde hace tiempo se dice que los marcos vacíos se dejan colgados para cumplir esa voluntad, el museo señala que en realidad ese es un error que por mucho tiempo no ha sido corregido. “Hemos decidido exhibirlos”, dijo en un comunicado, “porque 1.) seguimos confiando en que las obras volverán algún día al lugar que les corresponde en las galerías; y 2.) son un conmovedor recordatorio para el público de la pérdida de estas obras únicas”.
Los ladrones descolgaron un autorretrato de Rembrandt a los 23 años, pero lo dejaron apoyado en un armario. “La verdad es que creo que probablemente lo olvidaron”, dijo Anthony Amore, actual jefe de seguridad del museo. La obra estaba sobre un panel de roble, lo que la hacía más pesada que las pinturas sobre lienzo que robaron. Pero tenía aproximadamente las mismas dimensiones que el Paisaje con un obelisco de Govaert Flinck, que también estaba pintado sobre roble y fue robado.
Los investigadores han analizado todo tipo de ladrones y ladrones de arte y han descartado todo tipo de teorías. ¿Robó Whitey Bulger el arte para ayudar al Ejército Republicano Irlandés a conseguir dinero para armas? No. ¿Quería la Mafia una moneda de cambio para ayudar a liberar de la cárcel a algún integrante? Tal vez. En 2015, el FBI nombró a dos criminales del área de Boston, George Reissfelder y Lenny DiMuzio, muertos hace tiempo, como los probables bandidos. Nunca ha comentado públicamente por qué.
Los investigadores aún esperan recuperar las obras de arte. El museo elevó su recompensa de 1 millón de dólares en 1990 a 5 en 1997 y a 10 millones de dólares en 2017. Ha dedicado varias secciones de su sitio web a educar al público sobre el crimen. Ve con buenos ojos la publicidad con la esperanza de que alguien, algún día, en algún lugar reconozca una de las obras de arte y se ponga en contacto.
“Hemos seguido todas las pistas y seguimos verificando nuevas pistas”, dijo Amore, y añadió: “Lo único que importa es averiguar dónde están hoy y recuperarlas”.