1. Lee las entrevistas de la página 31 del libro.
2. Lee también este texto. Resúmelo por escrito. Debatiremos el asunto en clase.
Cuando la vida nos agota
Belén V. Conquero
La Razón
Son
las siete, abres los ojos y, a pesar de haberte acostado a las once de
la noche, las ocho horas de sueño no te han ayudado. Estás cansado y el
día no ha hecho más que empezar. Tu cuerpo no termina de ponerse en
marcha. Llegas al trabajo, enciendes el ordenador y los e-mails te
bombardean, tu jefe te reclama, tus compañeros insisten en jugar un
partidillo a mediodía, pero tú estás roto. Es más, al final de la
jornada laboral te cuesta mantener la concentración. Sólo quieres
dormir, aunque sabes que el sueño no es reparador y te aborda la duda:
¿por qué estoy tan cansado? En Estados Unidos ya se le ha dado nombre a
este proceso: se denomina TATT (Tired All The Time) y en español sería
«cansado a todas horas».
No hay un solo motivo para estar exhausto
durante un periodo prolongado, o así lo creen los expertos, aunque la
calidad de nuestro descanso nocturno puede darnos algunas pistas. «Los
trastornos del sueño suelen ser el principal motivo de somnolencia,
porque en España el 30 por ciento de la población tiene déficit, duerme
menos de seis horas», afirma Joaquín Durán, vicepresidente de la
Sociedad Española del Sueño. Y es que por la noche, nuestro cuerpo no
sólo se relaja, también trabaja internamente: «Se produce actividad
cerebral, cardiaca, del tubo digestivo e incluso se regula nuestra
tensión y el patrón de la respiración cambia. Necesitamos cubrir todos
los ciclos de sueño para evitar enfermedades del corazón e, incluso,
para elevar nuestra supervivencia». El doctor Durán también achaca el
cansancio generalizado a nuestro ritmo de vida. «El sueño es un periodo
necesario para vivir y no debemos restárselo a nuestras vidas por un
tema económico, por las exigencias de nuestro trabajo». Antes de atender
a LA RAZÓN, por la consulta que el especialista tiene en Madrid ha
pasado uno paciente nuevo: «Ha sufrido un accidente de tráfico por
quedarse dormido al volante. Tiene un turno de trabajo muy irregular:
durante 20 días trabaja de 6 am a 15 pm o de 22pm a 6 am. No consigue
dormir bien y el sueño, más que relajarle, le termina fatigando más». El
trabajo con diferentes turnos nos está pasando factura porque «no
estamos acostumbrados y nuestro cuerpo se rige por patrones de luz y
oscuridad».Aunque parezca que la faceta laboral de nuestra vida es el único problema, la realidad es que hemos interiorizado el estrés como parte de nuestra vida. Tenemos permanentemente activado lo que los ingleses denominan «doing mode», el modo «non stop». «Gastamos más recursos porque queremos hacer más cosas de las que podemos. Permanecemos más tiempo activos y descansamos mucho menos», apunta Antonio Cano, psicólogo de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS). No es malo estar activos y empezar con energía, «se convierte en un problema cuando esa actividad dura demasiado tiempo y ni nuestra mente ni nuestro cuerpo consiguen desconectar». Y todo pasa factura. Un reciente estudio ha demostrado que si nuestro cerebro no descansa lo necesario durante la noche, mientras trabajamos algunas partes se pueden desconectar. «El resultado de estas desconexiones son normalmente problemas de concentración o de falta de atención», sostiene Cano.Tardamos más en completar una tarea, nos cuesta centrarnos en lo que estamos haciendo, tenemos menos reflejos, menos creatividad e, incluso pueden aparecer ciertos signos de somnolencia. «Aunque nuestro sueño se guía por la luz y la oscuridad, a lo largo del día se dan dos picos: el de mediodía y el de la noche». Y es que, uno de los falsos mitos que seguimos todos es el de recuperar el sueño. «No es así. Es como si te saltaras una comida, la repercusión fisiológica no desaparece», explica el doctor Durán. Los atracones de sueño de los fines de semana no subsanan las pocas horas que le dedicamos durante los otros cinco días. Y es que, como muchos otros factores, «el sueño también es un medidor de la salud».
Tras doce
o catorce horas de trabajo, las funciones ejecutivas se pierden y se
producen fallos de atención. Es lo que antes se conocía como el
«síndrome del yuppie», aunque ahora las jornadas intensivas ya no son
exclusivas de los altos ejecutivos y lo sufre un porcentaje muy elevado
de españoles. «Las estadísticas por estrés laboral se han disparado en
los últimos cuatro años», insiste el psicólogo, y todo porque no somos
capaces de descansar, o mejor, de desconectar. «Nuestro cuerpo empieza a
mostrar que algo anda mal a través de somatizaciones que pueden ser
dolores de cabeza, pérdida de memoria o falta de atención». Existe un
tercer factor, además de la falta de descanso y del exceso de trabajo
que contribuye al incremento de las personas a las que les falta
energía: la tecnología. Ya no sólo estamos conectados a los problemas
laborales en la oficina, sino que no nos alejamos de ellos nunca, ya que
los smartphones y las redes sociales no lo permiten. Debemos estar al
corriente de todo lo que pasa y contestar inmediatamente a los mensajes y
a los «mails» del jefe, porque en un mundo global no hay horarios. «Nos
obsesionamos con el "whatsup" y, al final las nuevas tecnologías nos
agotan», insiste el psicólogo experto en cansancio. Es importante
fijarse horarios, no sólo para dormir sino también para desconectar.
¿Sería usted capaz de dejar el móvil en otra habitación al legar a casa y
olvidarse de él? Haga la prueba. Mientras tanto, tanto Durán como Cano
coinciden: «Cada vez nos llegan más pacientes con la misma queja. Están
cansados durante todo el día».