miércoles, 13 de noviembre de 2024

Lectura: La entrevista que nunca se escribió

1. Busca sinónimos para las expresiones en negrita:

Estamos en los años ochenta y los protagonistas de este cuento real son dos jóvenes estudiantes de periodismo que pretendían abrirse camino en la profesión, empezando por el mundo de las colaboraciones mal pagadas de los medios. Una entrevista diferente, un reportaje interesante, pensaban, podían ser sus armas. Les sobraban ganas, ideas y arrojo. Habían leído, y admiraban, a un escritor que entonces no solía aparecer en los periódicos, Rafael Sánchez Ferlosio, se documentaron, se prepararon y fueron a buscarlo.

Supieron que tenía una casa en Coria donde pasaba temporadas y allí se presentaron una Semana Santa, sin avisar y sin encomendarse a nadie. Pasaron Plasencia y llegaron al pueblo. Lo primero que hicieron, previsores, fue apalabrar una habitación en una pensión económica. Tras dejar en ella las bolsas de viaje, preguntando, llegaron a una casa solariega con una gran puerta de madera que cerraba un jardín de paredes altas y recias. Unos golpes tímidos con la aldaba les parecieron estruendosos, pero apenas se debieron oír en el interior. Pasaron unos minutos y repitieron la llamada, esa vez un poco más fuerte, algo más decidida. Entonces se oyó que alguien se acercaba desde dentro.

Se abrió la puerta y era el mismo Rafael Sánchez Ferlosio, que preguntó, educado, qué deseaban los jóvenes visitantes. La pareja dudó, dieron las buenas tardes, se miraron, quizá tartamudearon, pero acabaron informando de que eran periodistas y querían concertar con él una entrevista.

–Pero yo no hago entrevistas. No hablo con los periódicos.

Dijo, medio hosco y muy convencido, el escritor. Y ahí se fue al suelo todo el atrevimiento de los intrépidos reporteros. Acertaron torpemente a insistir un poco, pero siguió negando con la cabeza y pensaron que no quedaba más remedio que despedirse, volver sobre sus pasos y dedicar el resto de la semana a conocer aquella zona del noreste de Extremadura.

Entonces él reiteró amablemente, como si se justificara, que no daba entrevistas, que hacía tiempo que lo tenía decidido. Y sin pausa, como si formara parte de la propia explicación, preguntó dónde se alojaban. Cuando indicaron el nombre de la pensión, se empeñó en acompañarlos. La pareja de jóvenes aprendices de periodistas, atolondrados, se intentaron defender de la amabilidad del escritor. No sirvió de nada, los escoltó hasta la casa de huéspedes con la firme intención de que recogieran sus pertenencias y alojarlos en su propia casa. Explicaba, obsequioso, que, ya que se habían desplazado tan lejos y no podía atender su petición, qué menos que ofrecerles su hospitalidad.

El mismo escritor presentó sus respetos a la señora de la pensión, para añadir que los jóvenes eran invitados suyos. La mujer se encogió de hombros algo malhumorada, puede que no osara contradecir a la conocida figura, pero acababa de perder unos clientes. El caso fue que Rafael Sánchez Ferlosio se los llevó a su casa, un antiguo palacio de la casa de Alba, y pidió a una señora que parecía empleada que preparara la habitación de su padre.

No salía la joven pareja de su pasmo. El padre al que se refería el escritor era Rafael Sánchez Mazas, también escritor, ensayista, intelectual e ideólogo del fascismo español, miembro fundador de Falange, el inventor del grito, ¡Arriba España! Su habitación era una inmensa sala, tapizada de libros encuadernados en piel, llena de candelabros y de lámparas de brazos enormes, con un escritorio imponente, con cantidad de mesitas auxiliares, y adornos y recuerdos de viajes y de regalos, y una descomunal cama con dosel, a los pies de la cual dejaron sus sendas bolsitas de viaje. El ya anfitrión les indicó la puerta que comunicaba con el baño, les dejó que se acomodaran y propuso que cuando estuvieran preparados los llevaría a conocer el pueblo.

Se miraron atónitos, desbordados, cuando los dejó solos, sin saber cómo moverse en semejante habitáculo lleno de libros, de adornos, de historia, de cosas caras y solemnes. Andaban con pasos que apenas se posaban en el suelo y ni sacaron sus cosas de las mochilas.

Luego sabrían, se lo dijo él, que se había acercado Ferlosio a la puerta de la habitación, que había tocado, pero que, al no obtener respuesta, los dejó que descansaran más. Estaban aturdidos, alucinados, temiendo que se rompiera un objeto con solo mirarlo, preguntándose cómo era posible que estuvieran en aquel lugar. Y resulta que el autor admirado no se atrevió a llamar más fuerte a la puerta.

Por fin salieron los tres de la casona y el autor de El Jarama se encargó de hacerles de guía turístico de Coria: les enseñó las murallas romanas, les contó de los orígenes vetones de la ciudad, les mostró el castillo, patearon sus calles irregulares y estrechas. Caminaba resuelto, hablador, con los jóvenes embobados a su lado, observados por la gente que se asomaba a las puertas de las casas o con la que se cruzaban. Pero el mapa del pueblo trazado en el paseo propuesto por el escritor apenas tenía estaciones en los monumentos, se dirigió a la casa de una señora que hacía helados artesanos.

–Tenéis que probarlos.

La ciencia de la señora consistía en dar vueltas pacientemente, con su mano, a un recipiente posado sobre un gran cacharro lleno de hielo. Los probaron, y por la fruición con la que el escritor dio cuenta del suyo, y por la simpatía que demostró tenerle la señora María, se vio que era esa una visita habitual. Conocía la vida de la mujer, la de sus hijos, la de su casi manual fábrica de helados, y la contó como si fuera un paisano más de la villa.

Ceremonioso, amable, y como si no tuviera otra cosa que hacer, fue conduciendo a la pareja de novatos periodistas de nuevo a su casa. Les sugirió que se preparasen, refresca por la noche, indicó, para salir a cenar. Al rato tocó quedamente en la puerta de la habitación de su padre. Salieron y los llevó a un restaurante del centro de Coria. Lo conocían y los pusieron en una mesa discreta. Ninguno de los comensales levantó la mirada, o era un habitual del sitio o no lo conocían. Pareció encontrarse en el local tan cómodo como en la casa de la señora de los helados.


Para la pareja era tan incómoda como increíble la situación. Los tenía obnubilados con su hospitalidad, por su trato. Tan grande y tan sencillo, tan importante y tan cercano. Estaban encantados y agradecidos, pero ¿podrían hacer preguntas? O solo debían hablar de los helados y de la historia de Coria. El mismo se fue abriendo. Todo lo hacía fácil. Le hicieron muchas preguntas y contestó a todas. De sus libros, de su padre, de su familia, de política, del poder, de literatura, de su manera de escribir, de sus gustos, de sus manías, de la economía. Del grupo de sus amigos de los años cincuenta, Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos o Carmen Martín Gaite, su primera esposa.

Renegaba humildemente, pero convencido, sin un ápice de falsa modestia, de sus libros, cosa que sorprendió mucho, casi escandalizó, a unos lectores entregados como los que compartían cena con él. Tronó sobre todo contra El Jarama, no así contra Alfanhuí. “No me gusta nada El Jarama –dijo a sus incrédulos acompañantes– Quizá algo el lenguaje. Eso sí lo cuidé. Pero es un libro pelmazo, no tiene ni pies ni cabeza. Alfanhuí se puede perdonar”. Eso dijo de la historia mágica del niño de los ojos amarillos, como los alcaravanes*: que se podía perdonar. Pero poco más, porque aseguró que en aquel momento no le importaba nada la literatura, “lo que me interesa es la gramática”.

Comía Rafael Sánchez Ferlosio como un solitario. Echado sobre el plato, como con prisa, agarrando con fuerza la cuchara, sorbiendo con cierta ansia. Luego dejaba el cubierto en la mesa, se rascaba la cabeza y contaba. O se extrañaba de que tuvieran los jóvenes interés por su persona, o de la agitación de Madrid, de la vida de Coria o de los helados de la señora María. Tenía una mirada intensa, huraña podría parecer. Una imagen en contradicción con su actitud, su hospitalidad, su sensibilidad, su trato a dos desconocidos invasores a quienes parecía pedir disculpas por no tratarlos todavía mejor. Mojaba el pan en el plato y rebañaba. Luego miraba el plato vacío y sonreía, entrañable. Por alguna razón se habló de aficiones, de entretenimientos. Confesó entonces que le gustaban mucho las ferreterías. Su cara se iluminaba de dicha al decir que pasaba buenos ratos mirando herramientas y útiles y puntas y tornillos y llaves inglesas o Allen y grapas, martillos, serruchos. Hacía el listado de cosas que se podían encontrar en un sitio así y que le producían tanto contento.


En aquel tiempo mandaba en el gobierno Felipe González y concedió que no era precisamente santo de su devoción, pero aquí no se está reproduciendo una entrevista que no se escribió nunca, se describe un encuentro único, una experiencia que sólo pudieron contar a los amigos, probablemente uno de los mejores momentos periodísticos de sus vidas.

Intentaron pagar la cuenta de la cena, dudando para sus adentros si su economía les alcanzaría, pero Sánchez Ferlosio cortó en seco su pretensión. Sacó su cartera y se arregló con el camarero.

–Si no os doy la entrevista qué menos que os invite a cenar.

A cenar, al helado artesano, al paseo y al palacio de su familia. Y a un encuentro inolvidable. Volvieron a la casa, dieron buenas noches y se recogieron. Pasó la pareja la noche sin apenas dormir, aturdidos, acurrucados en aquella cama inmensa donde había dormido Sánchez Mazas. Se atrevieron a tocar con delicadeza los volúmenes, muchos dedicados, para ojearlos, con cuidado de dejarlos exactamente como estaban, procurando no hacer un ruido que perturbara aquella especie de santuario. Tenían la mejor entrevista que se le hubiera hecho nunca a Rafael Sánchez Ferlosio, decía uno. Esto sí que es hacer periodismo, decía el otro. Jubilosos, achispados de ilusión, repasando el encuentro, degustando cada momento de la cena. Sólo que nunca podrían escribirlo, se quedaría solo para ellos. Y ambos coincidieron en que era así, nunca podrían publicarlo. Lo que habían escuchado, lo que habían descubierto, se quedaría en sus notas mentales. Ni siquiera hizo falta que el escritor les indicara que todo había sido off the record.

A la mañana siguiente los esperaba para desayunar con ellos en el salón del palacete. Después dejaron Coria como la experiencia más alucinante.

Pasado el tiempo, los dos jóvenes estudiantes se convirtieron en periodistas y ejercieron la profesión. Él haría muchas entrevistas, también a Rafael Sánchez Ferlosio cuando publicó más libros y decidió hablar con la prensa, pero la que hicieron en Coria nunca llegó al papel. Ni puede llegar. Este recuerdo del encuentro, tan intenso, solo quiere ser un homenaje entregado al gran escritor y pensador que acaba de morir.

Sí se cuenta, no obstante, lo que contó de su hija Marta, a la que adoraba. Imposible distinguir hoy si lo relató en aquella cena del restaurante del centro de Coria o en alguna de las entrevistas, ya con grabadora, que él le haría después. Rafael Sánchez Ferlosio siempre tuvo ese aspecto desaliñado, entre algo loco y pordiosero. Eso hacía que lo miraran con cierta desconfianza. Describía divertido que se iba con Marta al Retiro, él con un abrigo grande y un sombrero destartalado. Se separaban y se encontraban entre los árboles. Entonces los guardias del Retiro le llamaban la atención, “eh, oiga”, mientras padre e hija se partían de la risa.

Hace unos meses ella se lo encontró en la sala de espera de un consultorio médico de la madrileña calle López de Hoyos, cerca de su último domicilio. Con el mismo aspecto, con el mismo aura, con sus ojos intensos, uno poco más rendido. Recordó emocionada el encuentro en su casa de Coria. Pensó acercarse, pero habían pasado casi cuarenta años. No había cambiado nada, ni la admiración ni el respeto, se le ocurrió que ya lo habían molestado bastante entonces.

 
https://ctxt.es/es/20190327/Culturas/25311/Rafael-Sanchez-Ferlosio-entrevista-no-escrita-Coria-Miguel-Angel-del-Arco-Maria-Jesus-Ortiz.htm

lunes, 4 de noviembre de 2024

Elecciones estadounidenses. Un vaciado.

 Me (1) por qué el Partido Republicano eligió como símbolo un elefante y el Demócrata un burro. Ninguna de las dos mascotas (2) atractiva para el votante. Sí, el elefante es grande y fuerte, pero está en peligro de extinción: un ídolo con pies de (3) . En (4) al burro, que en su segunda acepción es definido por la Academia como "persona (5) e incivil", ¿qué voy a decir?

A veces se cometen errores así, y luego no hay (6) de corregirlos. En mi calle hay un restaurante indio que se llama Gandhi. El nombre de Gandhi, inventor de la (7) de hambre, no evoca nada que ayude a abrir el apetito: más (8) al contrario. Por eso tiene tan pocos clientes. Es como si (9) una guardería llamada Herodes. Lo estoy viendo: JARDÍN DE INFANCIA HERODES – (10) QUE LOS NIÑOS SE ACERQUEN A MÍ. ¿Quién se (11) a llevar a sus hijos allí?

Mañana los votantes del elefante y el burro deciden el futuro de su país y del mundo. Al planeta, en principio, le  (12) todo peor con Trump. Pero la realidad es que Biden ha tenido tiempo de parar las agresiones de Israel a sus países vecinos y no lo (13) . Por no hablar de Ucrania, que 814) ya para los novecientos días de guerra. ¿Qué (15) si Trump hubiera estado en la Casa Blanca? ¿Quién nos dice que no (16)  la invasión con uno de esos (17) tratados que su amigo Putin habría acabado pasándose por el Arco de Triunfo de Moscú, sito en la avenida Kutuzov?

https://cadenaser.com/nacional/2024/11/04/arco-de-triunfo-cadena-ser/

Léxico: reflexión, conocimiento

1. ¿Cuál de estos términos te parece que traduce mejor la idea de “despiste”?

Confusione, distrazione, ignoranza, sconoscenza

 

2. ¿Ves alguna diferencia entre “romperse la cabeza” y “calentarse la cabeza”? ¿Cuál de ellas crees que significa “Fatigarse con cavilaciones” y cuál “fatigarse meditando”?

 

3. ¿Qué palabra falta en la expresión “tener ___________ de conciencia” que signifique “avere un rimorso”?


4. Relaciona las dos columnas:

hilar

cabos

urdir

en la inopia

irse

un enigma

atar

fino

estar

una incógnita

descifrar

el coco

despejar

una trama

comerse

el santo al cielo


lunes, 28 de octubre de 2024

Para escuchar: gastronomía

Léxico: utilidad, competencia e importancia.

 1. Relaciona:

sacar

un estorbo

ser

energías a…

echar

mil vueltas a alguien

consagrar

un Potosí

tener

oído

dar

partido

saberse

un manitas

valer

mano de…

tener

al dedillo

ser

mano para…


2. ¿Cuáles de estas expresiones se refieren a la utilidad y cuáles a la competencia?


3. Traduce al italiano:

Esto nos afecta a todos

Esto no nos incumbe.

sobrestimar el alcance de una decisión

subestimar el peligro

No pinto nada en esta reunión

Dale, no exageres, no es para tanto.

Me importa un comino

Es apasionante lo que está detrás porque tiene mucha enjundia

Lecturas: La ruta de la seda helada. Texto mapeado.

 

La ruta de la seda helada

Por Enric Juliana. La Vanguardia 17/9/24

 

El Ártico se calienta y China no quiere depender del mar Rojo. Por primera vez en la historia de la navegación comercial, dos cargueros de gran tonelaje se han cruzado en el océano glacial Ártico. (1) el pasado 11 de septiembre. El encuentro visual entre los dos navíos, propiedad de navieras chinas, (2) cerca del archipiélago de Novaya Zemlya (Rusia), a unas 750 millas náuticas del Polo Norte. El Flyng Fish1, un gran carguero Panamax (navíos que se ajustan a las medidas máximas permitidas en el canal de Panamá), con cinco mil contenedores a bordo, había (3) de San Petersburgo y se (4) al puerto de Qingdao, en el norte de China. El NewNew Star, con tres mil contenedores, navegaba (5) San Petersburgo (6) el puerto chino de Nansha, en la provincia de Cantón. Con ustedes, la ruta ártica del noreste.

Estamos hablando de la cada vez más (7) cooperación entre la Federación Rusa y la República Popular China. El viaje de (8) dos cargueros chinos (9) directamente relacionado con la ralentización de la ruta de Suez por las acciones de guerra de las milicias hutíes en el estrecho de Bab el Mandeb. Estamos hablando del masivo desvío del tráfico naval de contenedores por el cabo de Buena Esperanza, la vieja ruta de los navegantes portugueses que circunnavegaron África en busca de las Indias. Los buques chinos no (10) ser atacados en Bab-el-Mandeb, pero Pekín sueña con rutas más cortas y más baratas para llegar a Occidente. Ahora ya sabemos de qué hablan Vladímir Putin y Xi Jinping en sus (11) encuentros. Hablan, además de la guerra de Ucrania y otros temas, de la apertura de la ruta comercial del Ártico a medida que  (12) el cambio climático. Un carguero que ( 13) navegar del puerto de Shangái al de Rotterdam tendrá que atravesar unas 10.500 millas náuticas si transita por el canal de Suez; si opta por la ruta del noreste surcará unas 8.500 millas.

No es la primera vez, sin embargo, que barcos mercantes surcan las aguas del Ártico en la temporada cálida para (14) distancias. El primero en hacerlo fue un buque ruso. Hace siete años, el 16 de agosto de 2017, el buque metanero Christophe de Margerie, de la naviera rusa Sovcomflot, completó un viaje entre Noruega y Corea del Sur navegando a lo largo de la costa norte de Rusia. Era la primera vez que un buque de estas características cruzaba esas aguas sin la ayuda de navíos rompehielos, y lo (15) en un tiempo récord: 19 días, un 30% más rápido que si ( 16) la ruta habitual por el canal de Suez.

¿(17)  ser la ruta del Ártico una alternativa al canal de Suez y al largo viaje por el cabo de Buena Esperanza? Jordi Torrent, jefe de estrategia del Port de Barcelona, autor de un reciente libro sobre los percances de la globalización (La globalització a la deriva, Edicions 62), cree que será una alternativa indiscutible (18) de unos quince o veinte años, si se (19) los pronósticos de la comunidad científica sobre el cambio climático. Los expertos consideran que el Ártico se consolidará a partir del 2030 como un mar navegable entre julio y octubre, y que a partir de 2040 se podrá navegar durante unos seis meses al año. La carrera ya ha comenzado. “Hace dos años nadie en el sector portuario imaginaba que tan pronto veríamos un gran carguero con 5.000 contenedores navegando por el Ártico. Esa ruta irá (20) peso, porque es del máximo interés estratégico para Rusia, y China ha llegado a la conclusión de que le conviene explorar esa alternativa (21) la crisis del mar Rojo”, sostiene Torrent.

La apertura de la ruta que une el Atlántico y el Pacífico recorriendo la costa septentrional de Rusia es una de las prioridades de Putin desde su (22) al Kremlin. Los oficiales del KGB estudiaban geografía. Para llegar a los puertos chinos por el Ártico, o efectuar el (23) inverso desde Oriente hacia Europa, hay que cruzar el estrecho de Bering, canal de 85 kilómetros de anchura que separa el distrito ruso de Chukotka de las costas de Alaska, territorio de Estados Unidos. Es un estrecho helado durante buena parte del año. Bering volverá pronto al mapa de las grandes tensiones geopolíticas. (La revista Vanguardia Dossier dedicó en 2021 un monográfico a la lucha geopolítica por el control del Ártico).

Alaska perteneció a Rusia hasta que el zar Alejandro II la vendió a Estados Unidos en 1867, en un momento de serias dificultades para la tesorería rusa. (23) no haberse producido esa venta, Rusia tendría hoy frontera con Canadá. El mundo sería hoy distinto si Rusia no (24)  Alaska a los estadounidenses y si la Unión Soviética no (25) sus posiciones de dominio en el este de Europa sin pegar un solo tiro en 1989. El país más grande de la Tierra (26) sometido a un estrés territorial constante: siempre hay alguna frontera rusa en riesgo, siempre el peligro (27) . Les recomiendo que (29) a ver la película Iván el Terrible, del gran Serguéi Eisenstein, y entenderán mejor el drama ruso. El control de tan vasto territorio es prácticamente incompatible con un sistema político abierto.

La salida al mar templado es una de las obsesiones imperiales rusas desde que el poder empezó a centralizarse en Moscú. Con el Ártico helado durante casi todo el año, la única salida posible era el mar Negro, el Mediterráneo. Por (30) , la emperatriz Catalina la Grande conquistó la península de Crimea en 1774, y por (31), el teniente coronel Putin se la (32) a Ucrania hace diez años. La novedad llega ahora. El cambio climático favorece a Rusia en el plano geopolítico. La posibilidad de abrir una ruta comercial por las aguas del norte es una novedad de primer orden que dará más poder a Rusia. Esa ruta facilitará el transporte de los minerales de las minas siberianas hasta las bases navales de Murmansk y Dudinka. Contribuirá a la exportación de gas natural licuado ruso, combustible del que España es en estos momentos un significativo consumidor. Hará posible un mayor número de expediciones navales de investigación, con el consiguiente permiso ruso. Promoverá la exploración de nuevos yacimientos submarinos de hidrocarburos y, por (33) de todo, equilibrará un poco las relaciones de Rusia con China. Para enviar a sus cargueros por la ruta del norte, las navieras chinas necesitarán siempre el permiso ruso.

Es curioso. El Ártico empezó a separar a China de la Unión Soviética en 1958. Aquel año, Nikita Kruschev, sucesor de Stalin, propuso a Mao Zedong que le (34) construir en China una base para los submarinos soviéticos de la flota del Pacífico, ofreciéndole a cambio el puerto de Murmansk, situado en el mar de Barents, en el Ártico, para los submarinos chinos, entonces escasos. Mao dijo que no. El Ártico aproxima ahora a Putin y Xi Jinping.

La República Popular China también ha incorporado el océano glacial del norte en sus prioridades estratégicas. Hace diez años, China lo (35) todo a la ruta de Suez y a la ‘colonización’ de diversos puertos europeos. La nueva ruta de la seda pasaba por el mar Rojo para llegar al Mediterráneo y al corazón de Europa. Durante los últimos veinte años, las más importantes compañías navieras chinas han tomado el control de importantes nodos portuarios. (36) el puerto israelí de Haifa, en el Mediterráneo, compraron el 67% del puerto de El Pireo (Grecia), (37) el foco en el puerto italiano de Trieste (el puerto del antiguo imperio Austrohúngaro), (38) en grandes terminales en los puertos de Barcelona (Hutchison) y València (Cosco), y tomaron una significativa participación del puerto de Hamburgo. Para mayor seguridad de su flota comercial en el Índico, abrieron en 2017 una base naval en Djibuti, pequeño país del Cuerno de África, muy cercano a las puertas de Bab el Mandeb. Era la primera base militar china en el extranjero. China no renuncia al mar Rojo, pero se interesa por la ruta del Ártico. Hace seis años, el Consejo de Estado chino aprobó un libro blanco titulado La política ártica de China en el que se defiende la creación de una ruta comercial septentrional en colaboración con Rusia. La ruta de la seda helada.

Hay otra ruta posible. Una ruta que controlaría Occidente si (39) más navegable. Se trata de la ruta noroeste, el paso entre el Atlántico y el Pacífico por el norte de Canadá y Groenlandia, (40) una multitud de islas y pequeños estrechos. Una ruta difícil porque sus aguas se (41) más lentamente que en la costa septentrional rusa. (Los ríos siberianos que (42) en el Ártico templan las aguas costeras). La ruta oeste presenta también problemas de calado para los barcos más grandes. Rusia y China juegan con ventaja en la era del deshielo.

Y entretanto, ¿qué ocurre en el mar Rojo? El tráfico de contenedores se ha desplazado en masa hacia el cabo de Buena Esperanza, mientras que los graneles (petróleo, metano, carbón, hierro y otros minerales, productos químicos, granos…) siguen optando en buena medida por el canal de Suez, para evitar el aumento de costes. Barcos de guerra de Estados Unidos y de diversos países europeos (entre los cuales no figura España) escoltan a los mercantes en el estrecho de Bab el Mandeb. Decenas de misiles y drones han sido interceptados, pero cada equis tiempo, los hutíes golpean con fuerza. Un petrolero griego que fue asaltado e incendiado el pasado mes de agosto ha estado en (43) durante semanas. Ayer empezó a ser remolcado hacia un puerto seguro.

Mapas, mapas, mapas. El (44) de buena parte del tráfico comercial del Índico por la ruta de Buena Esperanza está beneficiando coyunturalmente a los puertos del estrecho de Gibraltar (Tánger Med y Algeciras) y a los puertos del Mediterráneo occidental, especialmente València y Barcelona, en detrimento de los puertos del Mediterráneo central y oriental. Mal momento para El Pireo. El tráfico de contenedores en tránsito ha aumentado un 19% en España durante los seis primeros meses del 2024. La explicación es sencilla: los portacontenedores que circunnavegan África descargan en Tánger Med, en Algeciras, en València, en Barcelona o en Bilbao, para una posterior redistribución con embarcaciones más pequeñas. Si Suez palidece, (45) importancia Gibraltar y los puertos de la España del Este.

Mientras se deshiela el Ártico, la crisis del mar Rojo da la (46) al corredor mediterráneo.

https://www.lavanguardia.com/politica/20240917/9943531/peninsulas-ruta-seda-helada.html